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lunes,
15 de
octubre de
2007 |
Tiro a la medianía
Elbio Evangeliste / La Capital
Las cosas son o no son. Sobre todo en el fútbol, donde los grises no siempre suelen arrojar buenos dividendos. Si las ocasiones se presentan, deben ser aprovechadas. En caso contrario, inexorablemente, habrá lugar y espacio para los lamentos. Si para ganar un partido es necesario mantener un nivel durante los 90 minutos, regalando 45 el camino a la frustración es más corto que cualquier otro. Tiro Federal fue ayer un fiel exponente de estas variables. Y si el resultado no fue el esperado es porque no supo hacer propias las chances generadas y porque jugó sólo la mitad del partido. Injusta la derrota (0-2) desde el balance global, justificada por Godoy Cruz por la pálida imagen que dejó el equipo de Ludueña nada menos que en los últimos 45 minutos.
Bianco volvió a acertar en el pronóstico (algunos jugadores lo dijeron en la previa), respecto a que el Tomba podía abrirlo en una pelota detenida, pero su equipo no entendió esa parte del mensaje.
La otra parte, la propia, sí la entendió, pero a medias. Tiro gozó de buena salud en el arranque, haciendo de la posesión del balón un culto. Pero no sólo para escondérsela a Godoy Cruz, sino para generar peligro en el arco de Torrico. La muestra está en el remate desviado de Garnier entrando solo por derecha (6’), en la inexplicable situación desperdiciada por Del Campo a metros del arco tras un centro (demasiado fuerte) de Becerra (8’), en el tiro libre de Becerra que besó el ángulo izquierdo (12’), en el disparo del volante cuando Carnero la esperaba en soledad (17’), en la pifia de Garnier tras el centro de Charles Pérez (19’), en el remate de Carnero, previo taco de Croce, que el uno mendocino alcanzó a manotear al córner (33’).
¿Lamentos? Al por mayor, aunque la esperanza se mantenía en pie por lo producido hasta ese momento. Es que nadie podía imaginar que Tiro iba a transitar el segundo tiempo sin el más mínimo grado de coherencia futbolística. Fue lo que pasó y allí los lamentos se solidificaron. Sobre todo después de la entrada solitaria del Bibi González a los 8’.
La incapacidad para dar tres pases seguidos, para generar al menos una situación clara y borrar de un plumazo la falta de eficacia ya esgrimida, para marcar presencia desde el ímpetu pudo más.
La imagen del final fue fuerte. Silvonei, con todo el equipo en el área, pateó un tiro libre que ni se acercó a destino y por eso Moreyra (un marcador central), de contra, se pudo dar el lujo de darle el toque de gracia a un equipo que cuando tuvo todo para ganarlo no supo cómo hacerlo y cuando debió machacar en el intento desapareció de la cancha. l
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