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domingo,
30 de
septiembre de
2007 |
Central se enfrenta a River con la misión de rescatar puntos
La heroica clasificación de River para la próxima fase de la Sudamericana fue lo peor que le pudo pasar a Central. Es que a los grandes del fútbol argentino, habituados a tomar el toro por las astas, siempre es aconsejable agarrarlos en el fondo del mar y no haciendo la plancha en la superficie. De ahí que para los canallas hubiera sido mejor toparse con un rival eliminado, en pleno calvario y con Daniel Passarella destituido o con su cabeza puesta en la guillotina.
Tal vez sirva como atenuante que River jugó el jueves un partido volcánico ante Botafogo y se supone que pagará algún costo físico. Aunque esa posible ventaja canalla siempre es presa fácil para acomodar el resultado de turno. De todas maneras será una prueba in extremis para Central. En lo emocional menos trascendente que el clásico. Pero en lo futbolístico con más piedras en el camino que las que puso Newell’s.
Entre los canallas reina un semblante parecido al que dominó la espera del clásico. El grupo sabe que está ante la oportunidad de dar otro campanazo. En aquella oportunidad el equipo llegó caminando por la cornisa y se animó a dar el salto. Para hoy Ischia también imagina un partido proclive a transitar por los extremos. Hay poco para perder y mucho para ganar.
Ischia se animó a realizar algunos retoques con relación al equipo que perdió ante San Lorenzo en el Gigante. No son modificaciones que motiven una gran metamorfosis. La vuelta de Papa (cumplió la fecha de suspensión por la roja en el clásico) se esperaba. Calgaro por Borzani (expulsado) es un cambio que no sugiere diferencias sustanciales. Pero lo que sí llamó la atención es el ingreso de Zelaya por Belloso. Ahí rompió con todos los pronósticos ya que el Cachi no es titular desde la 2ª fecha.
Si la tabla de posiciones y la calidad de los planteles dijeran toda la verdad, Central no tendría chances ante River. Pero en el fútbol no todo es lineal. Existen matices. Central debe encomendarse a esas cuestiones aleatorias. El factor motivacional puede conducirlo a tocar el cielo con las manos, más allá de que la realidad indica que casi siempre anduvo por el piso.
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Los auriazules entrenaron en el anexo de Vélez.
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