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 domingo, 30 de septiembre de 2007  
En el debut de Bianco, Tiro venció 3-0 a Chacarita

Elbio Evangeliste / Ovación

En este momento de Tiro Federal, cualquier triunfo tiene un valor inimaginable. Y el de ayer ante Chacarita (3 a 0) estuvo potenciado por unos cuantos ingredientes. Aquello tal vez no era tan malo y seguramente esto, por ahora, no sea tan bueno, pero hay señales que emergen como positivas y a eso no hay con qué darle. Así, a la ambición lógica, el Tiro del Chaucha Bianco le sumó una mayor cuota de orden y un convencimiento inquebrantable. Puntos salientes en una puesta en escena que encontró como corolario una victoria justa para empezar a crecer en serio. Para sentir que se puede ir un poco más allá del mero intento.

   Los cambios más notorios seguramente llegarán con el tiempo, pero no está mal que las insinuaciones ya hayan aparecido, más cuando en el medio hay apenas un puñado de horas de trabajo del nuevo mando. Es que el cambio fue notorio, sobre todo porque Tiro fue un equipo que mostró tener en claro hacia adónde apuntaba la mira. Por eso, si Chacarita no pudo disfrazarse de cuco fue porque el equipo de Ludueña no lo dejó, de principio a fin. Y allí está el gran valor de la victoria. Porque el orden fue la base para poder molestar con fundamentos al arquero Bernacchia.

   El despeje de Insaurralde al córner (12’), el cierre de Frezzotti cuando Rami se relamía (18’), el cabezazo en palomita que Garnier, solo, le cedió a las manos al uno funebrero ( 29’) y la mala elección de Becerra al querer enganchar en lugar de pegarle de derecha (42’) fueron los avisos más pronunciados. Del otro lado, poco y nada. Apenas un tiro libre bajo que Cárdenas desvió contra el palo derecho.

   Pero era necesario dar un pasito más y hacer que la ambición y la supremacía encontraran correlato en el resultado. Y fue más rápido de lo previsto, ya que a los 7’ del complemento Vilce le dio de tres dedos y la clavó contra el palo tras la asistencia de Becerra. A partir de allí el triunfo comenzó a tomar real dimensión. Y no sólo por el resultado en sí, sino por la manera en que Tiro afrontó el largo rato que quedaba por delante.

   Ahí, el orden siguió intacto, las ganas no decayeron y el convencimiento se solidificó. Por eso se siguió yendo hacia adelante y llegaron las estocadas (con un Chacarita ya impotente) de Romero sobre el final para terminar de darle forma a una victoria que tal vez sonó abultada, pero que dejó muy buenas señales: nada menos que un triunfo en medio de un buen funcionamiento.
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