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domingo,
30 de
septiembre de
2007 |
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910
Guillermo Zinni / La Capital
Pensamientos.
La época y la historia a simple vista parece que fueran la misma cosa. Pero si reflexionáis en ello, encontraréis la misma diferencia que entre el metal pulido y el metal en bruto.
Si esperárais la caridad de la piedad de los hombres, ¡oh, pobres mendigos!, os moriríais de hambre.
Cuando sepamos comprender bien a la humanidad, el mundo entero cabrá dentro de un cerebro.
Se dice a menudo que el tiempo falta. Pero si pudiéramos amoldarnos a un régimen metódico podríamos hacer muchas más cosas y sin precipitación. Los paseos, los cafés, los teatros, las diversiones, ¡he aquí los ladrones del tiempo!
La mujer es una sombra que se aleja de nosotros si la perseguimos y que se acerca si nos alejamos.
Las montañas, el desierto, los mares y hasta la inmensidad misma ha ido sometiendo el hombre con el tiempo. Pero hay algo que no podrá domar nunca: la voluntad de la mujer. ¡Esa es indomable!
No hay mejor manera de conquistar a los hombres que la de someterlos a la contemplación de un dulce ideal.
Preparémonos para recibir tras el ímpetu de toda pasión la sorpresa de una desilución.
Después de haber rabiado, después de haber maldecido las múltiples vicisitudes de la vida, una flor, una mirada, una sonrisa de la mujer amada pueden hacernos apreciar en su verdadero grado todo el valor de la vida.
En realidad, los grandes hombres no son los que se anticipan a su época sino los que saben discernir lo que hace falta a su tiempo. (1909)
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