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domingo,
30 de
septiembre de
2007 |
Cómo se cuidan los jóvenes en el sexo
El Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) emprendió una investigación cualitativa para conocer las motivaciones conscientes e inconscientes que condicionan el uso de métodos anticonceptivos y de prevención y que permita conocer en profundidad los factores más importantes que influyen al momento de decidir si cuidarse o no y cómo hacerlo. También indagó a las 50 madres de estos jóvenes de ambos sexos de entre 12 y 19 años, residentes en Capital Federal y de un nivel socioeconómico medio.
“¿Si me cuido?, qué van a pensar de mí?” respondió una de las adolescentes encuestadas. La respuesta dio luz a una percepción común entre los adolescentes que refiere a que el cuidado anticonceptivo está mal visto. Si es adoptado por la chica, es porque ella es “fácil”, y si el hombre compra muchos preservativos, se trata de un sexópata.
Por cuarto año consecutivo Celsam en Argentina impulsa la Semana de Prevención del Embarazo Adolescente No Planificado como una iniciativa educativa y formativa que tiene como principal objetivo mejorar la calidad de vida de los adolescentes.
Roles de género
“Lo más llamativo y sorprendente de esta investigación es que para los adolescentes de ambos sexos el hecho de que una chica utilice métodos anticonceptivos o de prevención habla mal de ella”, afirma la doctora Diana Galimberti, titular del Celsam. “El mayor determinante que impide el cuidado anticonceptivo adecuado es, en las chicas, el temor a ser percibida como fácil o rápida, mientras que para los varones los preservativos deben comprarse en poca cantidad para no parecer un sexópata”; explica la ginecóloga. Es así que cuando llega la necesidad de utilizar el preservativo, no tiene más y por lo tanto no lo utiliza.
La percepción diferente acerca de lo deseable para la vida sexual de varones y mujeres delata que entre los adolescentes persisten situaciones de inequidad y rigidez en los roles de género. Para ambos sexos existe en el imaginario una mujer ideal que es aquella que es tranquila, no dice que sí la primera vez, dice “sí” sólo a su novio, acepta tener sexo sólo si quiere de verdad y no sólo porque quiere tener sexo, se cuida pero no lleva preservativos y usa pastillas anticonceptivas sólo cuando está de novia.
Privadas de la posibilidad de exigir cuidado y asumiendo que deben dejarse cuidar las adolescentes inician sus vidas sexuales desprovistas de autonomía sobre su propia protección y dispuestas a delegar el cuidado de su salud a fin de que no se piense mal de ellas.
En el caso de los varones tanto chicas como muchachos dicen que el varón ideal es el que sabe usar preservativos, decide si usa o no, los compra y los elige, se inicia sexualmente en la adolescencia y a edad más temprana que la mujer y es el que seduce y conquista, pero no debe mostrarse demasiado informado o activo sexualmente a riesgo de parecer un “enfermo” del sexo.
A pesar de que los entrevistados manifestaron conocer los métodos anticonceptivos, la investigación revela claramente que sólo conocen unos pocos, desconocen cómo se utilizan correctamente y los perciben como poco efectivos. Para el caso del preservativo, además de las cuestiones de roles y género, el temor a que se rompa es el aspecto negativo más destacado del método.
En cuanto a las pastillas anticonceptivas existe un gran desconocimiento de su alta eficacia y seguridad. “Las chicas aún cargan con los mismos mitos que tenían nuestras abuelas acerca de las pastillas anticonceptivas”, afirma la doctora Karina Iza del Celsam.
Ya que en muchos casos las relaciones sexuales en los adolescentes no suelen darse en situaciones previstas sino que surgen en el momento y sin planificación, la falta de preservativos es la razón más citada por los jóvenes para no cuidarse. “Es por ello que resulta tan importante facilitar el uso de métodos anticonceptivos que no deban aplicarse en el momento de la relación sexual y aumentar la disponibilidad de preservativos en los sitios a los que acuden los jóvenes” afirman desde el Celsam.
Rol de la familia
A pesar de que la totalidad de las madres entrevistadas dijeron que en sus hogares se habla de sexualidad, un número considerable de adolescentes manifestaron que “en casa de eso no se habla”. Al indagarse sobre qué llaman las madres “hablar” se visualiza claramente que una charla única, un comentario o un “cuidate” pronunciado justo antes de que el adolescente salga a bailar, son percibidos como contenidos suficientes y adecuados, mientras que la sexualidad desde la palabra y el ejercicio incomoda y genera vergüenza cuando no enojo.
Los padres suelen estar ausentes de este diálogo y en pocos casos se acercan únicamente a los varones a través de bromas y comentarios o preguntas como “¿ya estuviste con chicas?” Aquí el adolescente queda a la deriva de la información que circula en sus círculos íntimos (en su gran mayoría cargada de mitos y falsos conceptos) e influye directamente en la formación de las conductas dificultando el cuidado anticonceptivo.
También hubo jóvenes que manifestaron que sus padres hablan con ellos con naturalidad y fomentan el diálogo habitual sobre estos temas incorporándolo desde diferentes perspectivas (educación, placer, diversión, pareja). Estos encuentran en sus casas un espacio habilitador dando a la sexualidad privada de cada uno el carácter de valiosa y digna de ser cuidada. Por lo tanto la prevención resulta más efectiva.
Al respecto la psicóloga Andrea Gómez reafirma una vez más que “el diálogo, la educación, la contención y el acompañamiento permanente de los padres posterga el inicio sexual y favorece conductas más responsables referidas a la sexualidad”.
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