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domingo,
30 de
septiembre de
2007 |
Start up
El imperio de la reina verde
Eduardo Remolins
En 1976 Gordon Roddick ya había partido hacia Argentina para hacer realidad su sueño de viajar a caballo desde Buenos Aires hasta Nueva York. En Inglaterra quedaban su esposa, Anita, y sus dos hijas. Sin medios económicos, Anita sabía que tenía que hacer algo, y rápido para sobrevivir hizo lo que tenía más a mano: abrió un pequeño negocio.
The Body Shop fue al principio una pequeña tienda de cosméticos naturales, en un local tan humilde que fue pintado de un verde intenso para tapar el moho que había en las paredes. Pronto el negocio fue verde en otros sentidos. Ecologista convencida y activista social, Anita se hizo conocida por vender sus productos de belleza en envases rellenados y por entregar los productos en bolsas de papel reciclado.
“Más que una empresaria, soy una activista social”, se definió. Sus campañas en contra de las crueles pruebas de cosméticos en animales dieron la vuelta al mundo y The Body Shop fue una de las primeras empresas comprometidas con el “Fair Trade”, garantizándole a sus clientes que pagaban un precio justo por las materias primas que adquirían en países en desarrollo.
“Comercio, no ayuda” fue el eslogan que utilizó en esos días. Anita recorrió el globo pidiendo por presos políticos y por los derechos de las minorías, habló en universidades, mítines callejeros y en conferencias internacionales. Su pequeña tiendita de cosméticos se transformó en una compañía con más de 2.200 locales en 55 países. Roddick se retiró de la gestión de la empresa en 2002, aunque siguió prestando servicios como consejera. El año pasado L”oreal compró The Body Shop por 1.140 millones de dólares. “Las empresas tienen el poder de hacer el bien”, fue uno de sus lemas.
Ninguna persona, ningún economista o intelectual me influenció e inspiró tanto como esta mujer que confesaba que se guiaba por su intuición y desconfiaba de la educación de negocios.
El 10 de septiembre murió a los 64 años repentinamente de una hemorragia cerebral. Murió la Reina Verde, y yo ni me había enterado.
http://enpiyama.wordpress.com
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