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 sábado, 22 de septiembre de 2007  
Amsterdam cierra un tercio de su tradicional "zona roja"

Amsterdam anunció ayer que cerrará la tercera parte de los prostíbulos que hay en la zona roja de la ciudad. La capital de Holanda invirtió alrededor de 21 millones de dólares y compró 18 edificios que convertirá en departamentos y tiendas.

   El alcalde Job Cohen declaró que aunque la prostitución es una actividad legal en el país, hay mucho comercio sexual en el centro de la ciudad. Agregó que, pese a que la actividad es tolerada y hasta reglamentada, es causa de explotación, de trata de blancas y de otros tipos de aficciones ilegales.



Dinero sucio. Las prostitutas que trabajan en la zona roja de Amsterdam posan vestidas en ropa interior en vidrieras iluminadas por luces de neón, y la sordidez de la zona siempre ha sido parte de su atractivo para los turistas.

   The Wallen, como se conoce esa zona, está en una de las partes más antiguas y más pintorescas de Amsterdam. Después de que ha corrido mucha agua debajo del puente, las autoridades han concluido las “vidrieras” atraen el delito y el lavado de dinero.

   El alcalde (intendente) Job Cohen aseguró que el programa no intenta erradicar la prostitución, porque esa actividad es parte de la historia de la zona. “Lo que queremos es erradicar la delincuencia que atrae”, dijo.

Sin embargo, el plan fue duramente criticado por el sindicato holandés de trabajadoras sexuales De Rode Draad. “Creemos que menos escaparates (vidrieras) significan nada menos que mayor explotación de las mujeres”, señaló la portavoz Metje Blaak.

   “Las mujeres explotadas se van a esconder en alguna otra parte donde los representantes sindicales y los trabajadores sanitarios no pueden encontrarlas, por lo que quedarán indefensas y sin asistencia”, concluyó la dirigente gremial.

   Las prostitutas pagan alrededor de 141 dólares por usar las vidrieras (y un cubículo adyacente) durante parte del día, pero es común que varias de ellas compartan el espacio del que los turistas —y otros visitantes— no pueden despegar la mirada ni el interés. l
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