“Qué se puede hacer salvo ver películas"

Pedrto Squillaci / La Capital

“No hay nada mejor que sentarse tranquilo y ver la tele”. Es la expresión de cualquier persona que llega a su casa cuando cae la tarde, cansada de las presiones laborales o saturada por problemas económicos y ni que hablar de los habituales intríngulis familiares que siempre están a la orden del día. Alguna vez Charly García cantaba “Qué se puede hacer salvo ver películas” en medio de una década del 70 que sangraba por la dictadura. Hoy se podría decir que se goza de las mieles de la democracia, pero se sufre un vacío grave en la pantalla chica. ¿Por qué? Simplemente porque por momentos parece que no hay nada mejor que ver películas, evocando al bigote bicolor. Este año se perdió la emoción de la ficción de la noche. Salvo “Son de Fierro”, único bastión de la telenovela para la familia, y “Lalola”, que viene ganando un espacio atractivo al margen de los canales líderes, no hay ese entusiasmo por seguir una novela. Nadie se vuelve loco por grabar un capítulo de una tira. No hay uno que se desespere por saber si la muchachita se quedó con el chico lindo o si la mala mató a la chica bonita. Es más, los villanos se tomaron vacaciones, a excepción de la Rita de Eleonora Wexler y la enfermera que compone María Leal en “Mujeres de nadie”. Lo peor es que ahora las preguntas de la gente es quién se fue y quién se quedó en “Bailando por un sueño”, “Patinando por un sueño” y ahora (¡ah, bueno!) “Nadando por un sueño”. Algunos, por mera curiosidad, preguntan a quién nominaron en el devaluado “Gran Hermano 5”. pero como quien averigua si por esta esquina pasa el 120. La indiferencia se apropió del aire y no es poca cosa. ¿Y saben por qué nadie teme perderse lo mejor de las poquitas telenovelas? Porque hay programas y programitas que repiten pavadas y pavaditas. Y en ese menú también entra ese final clave de un capítulo, la actriz con el torso desnudo y la escena de cama. Ante esto, nada mejor que una buena peli en el cable.