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 sábado, 25 de agosto de 2007  
Narcotraficantes y parapoliciales imponen censura en favelas de Río

Río de Janeiro- Narcotraficantes y grupos parapoliciales conocidos como “milicias”, que se alternan en el poder en las favelas de Río de Janeiro, imponen un sistema de “leyes” que incluye censura de música, escuchas telefónicas y “prisión domiciliar”, y cuya desobediencia puede llegar a costar la vida.

Según publica hoy el diario “O Globo”, manifestaciones musicales como el funk, surgido en la década del 80 y cuyas letras relatan hechos cotidianos de la vida en las favelas, o el hip-hop, surgido en Estados Unidos pero que se extendió a las barriadas cariocas, son las que sufren más censura por parte de los grupos de delincuentes que ostentan el poder en esas barriadas.

El hecho de que algunas letras mencionen favelas o grupos del crimen organizado rivales de aquel que “gobierna” determinado barrio, hace que se vuelvan música prohibida.

Mientras el tipo de música permitido o prohibido y otras “leyes” suelen variar en función del grupo delictivo gobernante, otras normas que rigen la vida de los millones de residentes de las favelas suelen ser bastante parecidas, independientemente de cuál grupo esté en el poder. Una de las normas comunes a la mayoría de los grupos, según el medio, es obligar a los comerciantes del barrio a cerrar sus puertas “por luto” cada vez que muere un narcotraficante.

Asimismo, una forma de controlar a los vecinos para saber quiénes son informantes de la policía o quiénes mantienen vículos con residentes de barrios controlados por grupos rivales es la escucha de llamadas telefónicas, tanto de teléfonos públicos como residenciales.

A su turno, las “milicias” -grupos de policías y ex policías que disputan el poder en las favelas con los narcotraficantes y que cobran a los vecinos a cambio de “seguridad”-, también aplican sus “leyes” e imparten castigos cuando asumen el poder en un barrio.

En uno de los casos citados por el matutino, los “milicianos” invadieron una “lan house” repleta de adolescentes entre 13 y 17 años para capturar a unas 35 jóvenes que, según la milicia, se estaban comunicando por internet con familiares que habían sido expulsados de la favela cuando los parapoliciales asumieron el poder.

Bajo sospecha de que las jóvenes estarían informando a los delincuentes expulsados sobre lo que sucedía en la favela, las jóvenes, de las cuales diez fueron agredidas físicamente, fueron “condenadas” a permanecer un año sin salir de su casa, salvo para ir a estudiar.

Según relató al diario una vecina, las madres de las jóvenes consiguieron que los milicianos redujeran la pena para seis meses, y tras cumplir el castigo las adolescentes volvieron a poder salir de sus casas.

Los grupos de poder también interfieren en problemas familiares, como peleas entre marido y mujer o entre miembros de una familia. La orden que rige es que no puede suceder nada, ni dentro ni fuera de los hogares, que haga que la policía ingrese al barrio. La desobediencia de esa “ley”, como a la mayoría de las normas, se paga con una paliza, con la expulsión del barrio o con la muerte. (DPA)
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