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sábado,
25 de
agosto de
2007 |
Para beber: bebida peligrosa
Gabriela Gasparini
Hoy me voy a referir a una bebida alcohólica que elaboran los presos en las cárceles norteamericanas a la que llaman pruno. Sabemos que nos hace falta una fruta, un tubérculo, un grano, o lo que sea siempre que pueda fermentar, para dar comienzo a la elaboración de una bebida alcohólica.
En este caso los ingredientes utilizados, como es obvio, varían según las posibilidades que brinde cada presidio por eso las recetas proponen manzanas o naranjas, éstas son lejos la que aparecen como más usadas, o por qué no, si el Estado es bondadoso, una ensalada de frutas. Además es preciso contar con azúcar, ketchup, condimento infaltable en cualquier comida norteamericana y pan. Pero nada que pueda hacer un aporte es despreciado, las papas, las frutas pasas y los dulces, también son bienvenidos. Los implementos necesarios son simples: una bolsa de plástico, agua caliente y una toalla o trapo para cubrir la preparación durante el largo proceso.
Según sea el tiempo de fermentación y la calidad de los ingredientes, su graduación variará entre los 2ºy los 14º.
Fermentación al calor
Convencidos de que la vida en las penitenciarías sería más pacífica si se evitara el consumo de pruno, y en un intento de evitar su elaboración, hace unos años en algunas cárceles se retiraron las frutas frescas, especialmente las naranjas, el azúcar y las pasas de uva de la dieta diaria, pero la imaginación es más fuerte y en su lugar se empezó a utilizar chucrut, batatas, miel, gelatina saborizada o caramelos. En síntesis, cualquier cosa con azúcar que la fermentación convierta en alcohol. En dichos establecimientos se lleva a cabo lentamente con el calor de los radiadores, en los depósitos de los baños o con cualquier elemento a mano que sirva para tal efecto. Mal elaborado, y como pasaba con los destilados clandestinos durante la Ley Seca, el pruno puede causar graves enfermedades.
Al parecer es imposible describir sus aromas porque son tan repulsivos que resultan una mezcla vomitiva compuesta por un dulzor penetrante, junto al perfume de los líquidos para limpiar baños y vinagre (pero claro que no son sutiles aromas lo que se busca en este caso).
Un prisionero poeta
En 1992, Jarvin Masters, un prisionero condenado a muerte que estaba recluido en San Quintín, ganó el premio de poesía Pen American Center con su Recipe for Prison Pruno, un texto donde se entrelazaban la receta de la bebida y la sentencia del juez. En su composición Masters utilizaba piel de naranja, ensalada de frutas y agua.
El método consistía en calentar los ingredientes con agua del lavatorio durante 15 minutos y mantenerlos templados, tapados con toallas y en lugar tranquilo durante al menos dos días. Al resultado había que agregarle azúcar y seis cucharadas de té de ketchup y calentarlo nuevamente durante treinta minutos. Después, se envolvía nuevamente y se dejaba reposar tres días más. Se recalentaba diariamente 15 minutos durante otros tres días. Y por último, se colaba y se bebía. El poema terminaba diciendo: “Sirvan el resto en dos recipientes de 18 onzas. Que Dios se apiade de su alma”.
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