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| jueves,
23 de
agosto de
2007 |
“Yo plagié a Nacho”
Luis Novaresio / Radio 2
Suriani no era un tipo sencillo para trabajar, porque, a pesar de tener cuarenta años en la profesión, seguía peleando todas las mañanas para que el programa siga siendo el mejor. Era un obsesivo, no por la competencia, sino por estar a la altura de las circunstancias. Era el tipo que llegaba primero, a las cinco y media de la mañana, y siempre le parecía que algo iba a faltar. Trabajé con él y con el tiempo me di cuenta que era de una generosidad incalculable. En el trabajo tenía algo que es muy difícil de explicar: ponía en palabras lo que tenía ganas de escuchar el común de la gente. No se especializaba en el comentario político, que lo hacía y muy bien, o en la información fina o de servicio. Era un gran provocador, sabía cómo provocar a la audiencia, para que lo mimase o para que se enojase, y a nosotros también. Conmigo discutía sobre el enfoque periodístico de las noticias, pero si me daba pelea era porque me consideraba. Jamás me sentí subestimado. Sus discusiones eran de trabajo y hasta de sana competencia. Nacho sentía que era el tipo más conocido, pero tenía miedo de que a algún otro periodista lo quisieran más o lo respetaran más. Me decía que era un gringo jodido. Podíamos discutir sobre el origen del universo o por qué había puesto una cortina horrible. Siempre me decía que había que dudar del tipo al que no le gusta la música. Siempre decía que hay que desconfiar de la gente que, en un asado, no toma vino. Le copié montones de cosas a Suriani, la verdad es que lo plagié, trabajando con él aprendí a ver cómo se le hablaba a la gente por un micrófono. Yo no sabía cómo se habla por radio con la gente, y eso se lo afané a él. Ya lo extraño un montón. Me parece increíble que no esté más.
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