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 domingo, 19 de agosto de 2007  
No hizo falta el helicóptero

Luis Alberto Yorlano

Y Scarabino se tuvo que ir. No le hizo falta el helicóptero como a de la Rúa, En Plaza de Mayo había cacerolazo, había gente. Scarabino se tuvo ir solo de tribunales, amigos ya no le quedan. Se fue del club denunciado, odiado y con la peor sentencia que puede tener un mortal, culpable y con la indiferencia de la gente. Culpable de meter a Central en tribunales y de intentar manejar al club con odio. Culpable por faltar a la verdad y culpable por responder a la jueza “no sé, no me acuerdo”, ignorando prestamos que habían pasado por sus manos y con la firma a la vista de todos.

  Algunos dicen que apelará su remoción. Tiene el derecho de hacerlo, pero no se le encuentra sentido si ya tiene la sentencia que más duele, la de los hinchas y de los socios. Tendrá que hacer un mapa para poder caminar por la ciudad. Si va al bar de siempre se va a encontrar con los que agravió, como por ejemplo cuando dijo de uno de sus íntimos que “quería ser dirigente para vender un inodoro más”.

  Se puede encontrar con Vesco, que era su segundo padre y lo mandó a marcar los dedos en los tribunales. Con Poy, a quien le dio la espalda y lo echó vilmente, a pesar de ser un emblema. De su gran amigo Dalbes, de quien decía que era su hermano mayor, o de Gonzalo Estévez, de quien dijo una vez “es mi segundo hijo” y a los dos los denunció penalmente. De los inversores que agarró la plata y después le dijo al Negro Astrada “le vendí el alma al diablo”.

  Otros aventuran a decir que su tranquilidad ha terminado y que tendrá que pasar muchas mañanas por los juzgados de Instrucción.. Dejó muchos frentes abierto.

  Ahora se abre una nueva página. Si los socios pierden la memoria, es posible que Central vuelva otra vez a las denuncias, al odio y a los tribunales, y no habrá retorno Y si otra vez se equivocan en las urnas seguro que el descenso será su destino.

  Scarabino y sus compañeros y seguidores ya fueron. Algunos intentan volver disfrazados de “progres”, y lo quieren manejar como un club de barrio. Es hora que los empresarios centralistas, que hay y muchos, se arrimen para recuperar el tiempo perdido. l
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