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 domingo, 19 de agosto de 2007  
El cazador oculto: “¿Qué tengo que hacer para ser famoso?”

Ricardo Luque / Escenario

¿Qué puedo hacer para ser famoso? La pregunta, que da vueltas en la cabeza de los jóvenes como un avispón que intenta escapar de su suerte golpeando obsesivamente una y otra vez contra el vidrio de una ventana, cobró una dimensión aterradora. Un grupo de alumnos de una escuela técnica colgaron en YouTube un video en el que destrozaban los bancos de su aula. Las imágenes se multiplicaron en la televisión. Igual que los escándalos que explotan en el prime time y después rotan incansablemente en la pantalla hasta que uno, quiera o no, termina enterándose de qué pasó. Y se cierra el círculo. ¿Qué busca una vedette cuando, antes de bailar en el caño, canta el Koala, pelea con los jurados, critica a sus rivales, confiesa sus intimidades? Lo obvio: aprovechar al máximo los cinco minutos de fama con los que, como tan bien explicó Andy Warhol, la bendice la vida. O mejor, los treinta puntos de rating del “ShowMatch” de Marcelo Tinelli. ¿Qué busca un adolescente cuando hace veinte horas de cola bajo el rayo del sol para participar del casting de un reality show? Lo mismo: una oportunidad, por fugaz que sea, para mostrar lo que sabe hacer y si no sabe hacer nada no importa, porque en la lotería de la televisión para llevarse el premio mayor no hay que hacer más que estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Y, claro, contar una buena historia, si es truculenta mejor, si es salvaje mucho mejor. O mostrar eso que los espectadores quieran ver, sin falsos pudores, sin tontos escrúpulos. Sino pasen y vean a los chicos de “Gran Hermano”, que son capaces de hacer cualquier cosa con tal de robar cámara. Pero, cuidado, que hagan lo que hagan siempre están amparados en que esa verdad a medias que tanto le gusta a Jorge Rial: “Los chicos están jugando”. Pero los chicos de la Técnica 6 no estaban jugando. Actuaron para la cámara, mostraron lo mejor que saben hacer, querían ser famosos. Pero no estaban jugando. Aunque eso es lo que la televisión les haya hecho creer.


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