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 sábado, 11 de agosto de 2007  
Grave denuncia contra un alto jefe policial
Un agenciero lo delató ante Asuntos Internos por venderle autos con pedido de captura judicial

Un hombre dedicado a la compraventa de autos denunció ayer ante la Dirección de Asuntos Internos de la policía a un oficial de la División Sustracción de Automotores de la Unidad Regional II por haberle vendido un vehículo con pedido de captura. Además, el comerciante expuso tres ejemplos diferentes en los que el policía denunciado asumió diferentes roles, aunque todos de dudosa legalidad.

      “Yo no me bañé en agua bendita. Pero llegué a una edad en la que no quiero tener quilombos. Y es por eso que siempre consultaba a los oficiales de Automotores. Iba y les decía, «quiero comprar este auto, ¿está limpio?». Y por hacer las cosas bien, ellos me arruinaron”. Así se expresó ante La Capital Juan Roberto Aymo, dedicado a la comercialización de vehículos usados, mientras exhibía una pila de papeles con las que sostenía su denuncia.

   “Estos tipos se mueven con una impunidad terrible. Cuando les advertí que iba a denunciarlos, se rieron y el oficial en cuestión me dijo: «Andá que te está esperando Alonso (por el encargado de la delegación Rosario)». Y me fui a hablar con Alonso”, explicó.



Relación cortada. Aymo conoce muy bien a su denunciado. Es más, dice que “es una parte necesaria” de su trabajo. Ayer relató ante Asuntos Internos que el oficial C.M. (la identidad se preserva por tratarse de una investigación que está en curso) le había “propuesto realizar algunos negocios sobre la compra de vehículos, muchos de ellos con la constatación de los números de chasis y motor ya realizada por los registros correspondientes”.

   Pero “a partir de noviembre, C.M. empezó a secuestrar los vehículos que él mismo me había hecho comprar y vender”, explicó Aymo. Y expuso tres ejemplos diferentes que mostraban distintas irregularidades. La más grave, sin dudas, la venta de un auto que tenía un pedido de captura.

   Así, Aymo explicó que “por recomendación de C.M.” compró a un tercero una Ford F-100 modelo 1998, dominio CQU 840, que luego vendió a otro particular que a su vez la volvió a negociar. A los pocos días el último comprador se sorprendió cuando agentes de Sustracción de Automotores le secuestraron el vehículo por un pedido de captura del Juzgado de Instrucción Nº 5 de Rosario. Y así empezó el circuito de reclamos que volvió como bumerang hacia Aymo.



¿Caja negra? “C.M. me dijo: «Te vendo esta chata que la tengo en sociedad». Yo se la hice comprar a un amigo. Le entregamos como pago un camión Dodge 81 y un Renault 19. Ellos fueron y los transfirieron sin problemas. Cuando nosotros quisimos transferir la F-100 saltó que se debían 1.500 pesos. C.M. me dio un cheque por ese importe y el valor rebotó por falta de fondos. Entonces fui a ver al titular de la cuenta, al que no conocía y que es un repuestero, y me contó que ese documento se lo había dado a C.M. como «pago mensual para que lo deje trabajar». Entonces me contó que a él le habían secuestrado dos autos que el propio C.M. le había marcado para comprar. Y después surgió que también incautó la F-100”, explicó.

   Lo que denuncia Aymo es un negocio redondo. “¿Quién va a controlar si de 50 autos que están bajo secuestro judicial hay dos o tres en la calle? Nadie. Entonces los vende, lo aguanta dos o tres meses y lo vuelve a secuestrar. Y quién se queda con la causa, el agenciero”, explicó el denunciante. “Y encima, al que te compró el auto le tenés que devolver la guita vos. Yo estoy 90 mil o 100 mil pesos para atrás, por darte un número”, contó Aymo.

   Casi calcado es lo que le pasó al agenciero con una Renault Trafic patente TTL 441. “La compré, la negocié y a los diez días me la secuestró Automotores por un pedido del Juzgado de Instrucción 12ª. Y antes de comprarla le pedí a C.M. que me pasara la tira policial en la que consta que el vehículo estaba sin problemas”, contó el hombre. De este vehículo, Aymo mostró que pasó por la revisión técnica y hasta se le pudo contratar la póliza de seguro.


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El jefe policial denunciado ocupa un importante lugar en la Jefatura de la Unidad Regional II.

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