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sábado,
11 de
agosto de
2007 |
Una maniobra con trampas
“Vendí y compré autos toda mi vida. La relación con los policías de Automotores tiene que existir porque cuando yo compro un auto necesito saber si está bueno o no. Y tengo que saberlo lo más rápido posible. Para eso los tengo que consultar”. Juan Roberto Aymo no es nuevo en el negocio y se le nota. “Para agilizar los llamo, les pido que me revisen el vehículo y que me informen si la chapa no tiene pedido de captura. Es algo por lo que te cobran 50 pesos”, denunció el agenciero. “Pero qué pasa. Me dicen que está OK, hago la verificación y a los tres meses me lo secuestran por una denuncia por robo anterior. Y cuando les pregunto, me dicen que la comisaría se olvidó de pasar la denuncia”, contó.
“Con la policía existe una relación. Y por ahí ellos te hacen alguna sugerencia. Te dicen: «Bueno, este auto en la calle vale 14 mil. A mí en 8 mil, me cierra». Es negocio porque el auto está bueno. Te dan la tarjeta verde y vos lo vendés. Todo de primera”, comentó Aymo. “Con C.M. estábamos en contacto por la radio o por teléfono. Nos encontrábamos en un bar en el que tiene su base de operaciones y por la que desfilan muchos repuesteros”, confió.
“Pero ya me colmó. Hace dos semanas le secuestró un auto a un peluquero de La Florida. Y ese vehículo se lo hizo comprar él. Era de esos que te dan el vehículo y vos seguís pagando en cuotas. Y después se lo secuestró diciendo que era un auto mellizo con otro de Mendoza. Y ahora me enteré de que C.M. está llamando al peluquero para que amplíe su denuncia y me culpe a mí de ese chiquero”, contó Aymo.
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