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 sábado, 11 de agosto de 2007  
Biocombustible: el sueño de Bush cuesta caro
La demanda de maíz para producir Etanol aumentó los precios del grano y los alimentos

Frank Brandmaier / DPA

Washington. — Los tan populares asados estadounidenses amenazan con convertirse en un lujo para pocos. Los precios de la carne, pollo o costilla de cerdo han subido notablemente en los supermercados. La causa principal es la rápida subida de los precios del maíz, que ya no es sólo alimento de animales en las granjas, sino que se ha convertido en la principal materia prima para la producción del biocombustible etanol en Estados Unidos. El auge de los biocombustibles se desencadenó después de que el presidente George W. Bush se fijara como objetivo político disminuir la dependencia norteamericana de las importaciones de petróleo. La demanda creciente llevó por momentos hasta el doble de lo habitual a la cotización del maíz.



Ambiciosos planes. Los sueños de la Casa Blanca con respecto al biocombustible son ambiciosos. El presidente sentó en su discurso sobre el estado de la nación en enero de este año la meta de reducir a lo largo de los próximos diez años en un 20% el consumo de gasolina en Estados Unidos, reemplazando esta cantidad en su mayor parte por etanol y otros combustibles alternativos. En marzo, Bush visitó Brasil para firmar con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva un convenio sobre producción de etanol.

   Actualmente ya se mezcla etanol con la nafta, pero apenas sustituyendo un 3,5% del combustible convencional. Si esta cantidad llegara al 15% de etanol en la gasolina, tal como se planea, representaría una producción de 133.000 millones de litros de biocombustible.

   No es sorprendente entonces que en el Medio Oeste, el granero de Estados Unidos, surjan refinerías de etanol como hongos tras la lluvia. En mayo de este año se contabilizaban 120 plantas en todo el país, otras 75 estaban en construcción. Un 20% de la cosecha estadounidense de maíz del año pasado fue destinada a la producción de etanol, hace dos años apenas insumía el 12%.



Los problemas. También aumentaron los precios del trigo y de la soja, al reducirse su superficie de cultivo por el avance del maíz. “Quien entiende cómo funciona el mercado del maíz sabe que habrá problemas donde se utilice este grano”, señaló al diario Washington Post el director del Centro de Comercialización de Alimentos de la universidad de Connecticut, Ronald Cotterill.

   Los granos de maíz no son sólo alimento de pollos, cerdos y vacunos, sino que están también presentes en una serie de productos como galletitas y bebidas de refresco. El fabricante estadounidense de chocolates Hershey ya ajustó sus precios por el aumento del costo de la leche. Lo mismo hizo el gigante de los cereales en copos Kellogg´s.

   El fenómeno del aumento de los precios de alimentos se registra no sólo en Estados Unidos. El año pasado aumentaron los precios a escala mundial en un 10%, debido ante todo al encarecimiento del maíz, el trigo y el aceite de soja, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo insospechable de ser influido por las denuncias recurrentes del líder cubano Fidel Castro sobre las secuelas de la producción de biocombustibles.

   En Estados Unidos se suma la demanda para la producción de etanol a las malas cosechas. “Se prevé una demanda creciente de biocombustibles que conllevará un nuevo incremento del maíz y del aceite de soja”, vaticinó el FMI. Así aumentó dramáticamente al doble el precio de las tortillas de maíz en México, donde son un elemento central de la dieta de 50 millones de personas de bajos ingresos. El gobierno tuvo que intervenir con controles de precios, que limitaron el alza a un 25%.



Subvenciones. El etanol producido en base a maíz no es sin embargo ni barato ni limpio, según observó el semanario británico The Economist. Algunos estudios concluyen que se gasta en su producción más energía de la que se gana mediante su combustión. Las subvenciones estatales suman entre 5.500 y 7.300 millones de dólares anuales, según cálculos del Instituto Internacional para el Desarrollo Sustentable.

   Mucho más rentable es el etanol producido en base a la caña de azúcar, según el semanario The Economist, tal como lo produce Brasil en gran escala. Pero el gobierno de Washington ha impuesto aranceles para frenar su importación. “Estados Unidos debería abandonar su política poco inteligente”, aconseja el prestigioso semanario. “Si no se cargase con aranceles aduaneros al buen etanol y si se dejara de subvencionar el malo, florecería el primero y desaparecería el segundo. El mundo sería más verde y el contribuyente estadounidense más rico”, afirmó el semanario económico.
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En marzo, Bush viajó a Brasil para estudiar con Lula una mayor cooperación bilateral.

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