[Nota de tapa] - cuando los medios importan

El juego del periodismo político

A través de entrevistas con más de cuarenta especialistas Jorge Halperín reflexiona en “Noticias del poder” sobre la teoría y la práctica de un género difícil

Rodolfo Montes / La Capital

Al pisar el umbral del departamento de Jorge Halperín lo primero que aparece ante los ojos del visitante son varias paredes tapizadas de libros. Trascartón, sale a saludar Coco, un labrador negro con cara de ángel. “Es muy bueno, pero cargoso, quiere que le toquen la cabeza”, advierte el dueño. El balcón contrafrente de la casa del conductor radial de “La siesta inolvidable”, en el barrio de Chacarita, mira hacia los fondos de un gigante que crece en la misma manzana, la productora Ideas del Sur, de Marcelo Tinelli. El emprendimiento del exitoso conductor televisivo le cambió la dinámica al vecindario, que estas horas, conserva poco de barrio. Y a Jorge Halperín, desde ya, la novedad no le cae en gracia.

En su nuevo libro, “Noticias del poder, buenas y malas artes del periodismo político” (recién editado por Aguilar), Halperín partió de una premisa: los medios construyen poder. Desde allí indagó sobre la compleja trama del periodismo político en la Argentina, a través de cuarenta extensas entrevistas a las figuras relevantes que hacen cotidianamente periodismo político, de Tomás Eloy Martínez a Edy Zunino.

A fondo, y tematizando: inducción de fuentes, operaciones de prensa, instalación de agendas, columnistas y el tipo de relación que tienen con sus fuentes, los corresponsales, la aventura de producir un diario alternativo en una provincia argentina, el periodismo político en televisión y la nuevas tecnologías en las redacciones son los temas principales de la investigación.

—Si el desafío principal del periodista es conseguir buena información, confiable y relevante, y transmitirla en forma rigurosa, ¿hasta dónde se cumplen esas reglas de la profesión?

—El que consiga trabajar bajo estas premisas puede estar tranquilo con la profesión. No hablo de verdad, porque es una categoría demasiado precisa, la verdad es lábil hasta el último instante, no existe. La cuestión es saber interpretar lo que te dan, que no sea una verdura. Es una tarea compleja, sobre todo en un rubro: el periodismo que informa sobre el poder.

—¿Cómo se organiza la lógica del periodismo político?

—Veo dos actores: el ciudadano y el periodista. El ciudadano necesita saber qué sucede en la esfera pública, porque si desconoce lo que ocurre allí no puede ejercer ciudadanía, no puede tomar decisiones sobre los asuntos públicos. El contacto con lo público lo ofrece el periodismo, aunque se puede también obtener información directa desde las instituciones, escuelas, partidos políticos, asociaciones de todo tipo.

—¿Cuál es el sitio que ocupa el periodista en esa intermediación?

—El periodista está en un lugar crucial en la relación entre el ciudadano y el poder.

—“Noticias del poder” está cargado de voces experimentadas, ¿qué te dejó?

—No hice el libro para probarme ciertas cosas, más bien el propósito fue indagar sobre la naturaleza compleja del periodismo que informa sobre el poder, sobre las instituciones de la sociedad civil, los movimientos de protestas públicas y demás. El periodismo de palacio y también el que recaba fuentes no palaciegas como la policía, la justicia o incluso el Congreso, aun con sus formas palaciegas.



Poder y consenso

—¿Por qué es tan difícil obtener información del poder?

—Porque el poder se ejerce no sólo con la forma física, el monopolio de la fuerza, sino también con los consensos. El poder necesita que sus gobernados, los sometidos al poder, crean que les conviene participar de ese sometimiento.

—¿La información es poder y por lo tanto no se regala, se intercambia?

—La información es una herramienta de la lucha política del poder, que el mismo poder utiliza para mantenerse y acrecentar su hegemonía, construyendo consensos. El poder opera sobre el informador de mil modos distintos: obstruye, manipula, instala diciendo “esto es lo relevante y no esto otro”. Por ejemplo, en el caso Cabezas, cuando la revista Noticias empieza a investigar el tema se les aparece el ex comisario Naldi, de la policía bonaerense, y les ofrece helicópteros y una cantidad de elementos de infraestructura para “facilitar” la investigación. Obviamente era para operarlos e instalarle un rumbo a la investigación. Al cabo, para poder manipular la investigación.

—Con más de cuarenta entrevistas realizadas para “Noticias del poder”, ¿tu sensación es que el sistema periodístico de hoy declina o mejora?

—Mi impresión es que estamos en un momento crítico. La crisis económica también afectó a los medios, y los debilitó. Eso trajo luego el desmantelamiento de sus elencos más destacados, y el reciclado por nuevos periodistas con menores salarios. Se interrumpió el trasvasamiento del oficio, una práctica de todos los tiempos donde el experimentado le enseñaba al nuevo.

—¿Qué rol juega el periodismo especializado a propósito del desprestigio y el sentido negativo que tiene la política para amplios sectores de la sociedad argentina?

—Desde el poder son muchos los que ayudan a instalar la idea de que la política es caca. Y no casualmente grandes mayorías de ciudadanos están convencidos que los políticos son todos vagos. Ahora bien, esto no quiere decir que esa idea sea absoluta. Por caso, Mauricio Macri no concurrió a muchas sesiones en Diputados; sin embargo, en él, ese elemento negativo no pesó en el favor electoral de las mayorías. Las audiencias, los electorados, no actúan mecánicamente.



Efectos de recepción

—La hipótesis es que la sociedad es un actor muy importante en la construcción del sistema de informativo de los medios.

—La sociedad es ambivalente, como todo en la vida. A veces interviene saludablemente como en el caso del atentado a la estación Atocha, en España. Una red de mensajes con anclaje en las nuevas tecnologías —teléfonos celulares y mails— desenmascaró una operación del gobierno de Aznar que intentó responsabilizar a ETA de un atentado que no había cometido. Y en otros casos el ciudadano tiene un rol importante cuando no quiere escuchar sobre determinados temas. Produce un vacío, y favorece a que ciertos temas se desvanezcan. Por caso, durante el menemismo, las noticias sobre corrupción fueron muy importantes, pero una mayoría prefirió sostener una cierta prosperidad antes que enterarse de lo que estaba sucediendo. Cuando son muchos los que no quieren escuchar cierta información, es difícil mantener en agenda ciertos temas.

—De algún modo, verificás con ejemplos el principio semiológico de que en la construcción de agendas e incluso de los contenidos del mensaje mucho tienen que ver las audiencias. Y no sólo los medios y los periodistas.

—Bueno, digo que lo más importante son los medios y los periodistas, pero que el receptor no está pasivo, también juega en ese armado. En los medios gráficos principales, el periodismo político es el que aporta los titulares casi todos los días. Esos títulos luego van a las radios y a la televisión. También el periodismo político aporta los éxitos editoriales más resonantes en cuestiones de corrupción y violencia política. El periodismo político está en el centro de la escena aún cuando sólo el 10 % de los lectores de diarios a su vez leen las notas políticas.

—El discurso político llega al público, aunque la mayoría no lo lea.

—Lo político de los diarios se recicla hacia muchas otras instancias mediáticas, y termina siendo permeable en las audiencias, incluso las audiencias que no están especialmente atentas a la noticia política. Por estas razones fue que entendí que era relevante hacer un libro sobre el periodismo político.

Jorge Halperín, autor de "Noticias del Poder.