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 miércoles, 01 de agosto de 2007  
Capacitan a médicos de la ciudad para disminuir muertes por aborto
Es un programa nacional dispuesto por el Ministerio de Salud que ahora llegó a Rosario

Florencia O´Keeffe / La Capital

De acuerdo a una normativa del Ministerio de Salud de la Nación, médicos rosarinos comenzaron una capacitación en posaborto para mejorar la atención de mujeres que sufren complicaciones derivadas de la interrupción del embarazo. Si bien la reglamentación nacional tiene dos años, hasta el presente sólo se había entregado en forma masiva una guía de práctica médica. El objetivo actual es lograr la atención integral de la mujer en estas circunstancias, brindarle asesoramiento en salud reproductiva y facilitarle el acceso a los métodos anticonceptivos.

El mejoramiento en la calidad de la atención posaborto implica no sólo el manejo de una técnica superadora de la que se usa habitualmente para completar el procedimiento médico sino además, el asesoramiento en materia de anticoncepción y la entrega de anticonceptivos antes de que la mujer deje el hospital.

La implementación del Programa de Mejoramiento de la Calidad de Atención Posaborto del Ministerio de Salud de la Nación en todas las provincias argentinas está basada en la necesidad de disminuir las muertes por abortos, ya que en el país son la primera causa de mortalidad materna, según lo indicó Daniel Lipchak, tocoginecólogo y coordinador del programa nacional, quien estuvo en Rosario dictando el primero de los cursos de capacitación para médicos locales.

Los talleres de formación profesional comenzaron hace algunos meses y se dictarán durante este año en las regiones centro, noroeste y noreste y en el sur durante el 2008. En el marco del programa se recomienda el uso de la técnica denominada Ameu (aspiración manual endouterina), que resulta menos agresiva que el legrado (raspaje) y reduce los riesgos para la mujer.

En realidad, desde hace siete años los hospitales públicos de Rosario cuentan con el instrumental necesario y la formación profesional para efectuar esta práctica. Sin embargo, el objetivo es que la conozcan en todos los efectores de atención primaria de la salud pública y privada.

El programa designó un coordinador por provincia. En Santa Fe está a cargo del tocoginecólogo rosarino Edgar Zanuttini, quien en diálogo con este diario reconoció que “no disminuyó la mortalidad materna posaborto lo que hace imprescindible esta capacitación para todos los integrantes del equipo de salud”.

Según Zanuttini, la Maternidad Martin cuenta con el instrumental necesario y ya se entregaron equipos al Hospital Roque Sáenz Peña y al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. También los tienen en muchos sanatorios privados de la ciudad.

El médico puso el acento en que “no sólo se trata de mejorar el método y solucionar el problema del aborto incompleto desde el punto de vista físico, sino de que todos los agentes de salud escuchen y asesoren a la mujer que llega al nosocomio con una complicación y que sean capaces de educarla en anticoncepción antes de que deje el lugar”.



Un drama nacional. La mayoría de las mujeres que se someten al aborto para interrumpir su embarazo tienen entre 20 y 29 años y cuentan con una pareja estable, según los datos suministrados por el coordinador del programa nacional, lo que echa por tierra la idea de que las que se practican más abortos son las adolescentes o las mujeres que están solas. Daniel Lipchak indicó también que las últimas estadísticas arrojan que en la Argentina se realizan alrededor de 460 mil abortos anuales y que la mitad termina en complicaciones para la salud de la mujer. “Más allá de las cifras, lo que podemos decir es que hay hospitales que reciben entre 10 y 15 casos de abortos incompletos por día; esto no es ficción sino lo que vemos en la práctica cotidiana”, afirmó.



Cambiar hábitos. El médico porteño señaló que la implementación de este programa de capacitación a nivel nacional tiene como fin “cambiar la modalidad de trabajo, incluir la orientación y el consejo”. Si bien reconoció que los médicos que atienden en la salud pública están abarrotados de trabajo, planteó que es necesario que trabajadores sociales, residentes de medicina y enfermeros estén entrenados en el tema “para que la mujer que llega con un problema de salud por un aborto no se vaya del efector sin un método anticonceptivo”.

Lipchak admitió que en muchos centros de salud “hay cierta resistencia y hasta maltrato hacia las mujeres que llega con complicaciones de un aborto”, algo que han denunciado durante años las organizaciones que luchan por los derechos de la mujer: “El Ministerio de Salud está abocado a cambiar ese modelo antiguo y machista en el que se estigmatiza a la mujer. Promovemos que se las respete y trate de la mejor manera porque queremos que esa persona vuelva al consultorio de salud reproductiva a atenderse y que nunca más tenga que pasar por la experiencia de un aborto inducido”.

La Argentina se suma con este programa de atención humanizada a países de Latinoamérica que hicieron punta en este tema hace años como Uruguay, Guatemala, Nicaragua y Bolivia. La decisión política de ver al aborto como un problema de salud pública en un país donde esta práctica no es legal fue bienvenida por las organizaciones que habitualmente defienden los derechos de las mujeres.
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