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 sábado, 28 de julio de 2007  
Hillary y las mujeres

Por Pedro Rodríguez (ABC-Madrid)
¿Quién es lo suficientemente mujer como para llegar a presidente de Estados Unidos? Con solo una candidatura femenina entre el pelotón de aspirantes a la Casa Blanca para el 2008 esta cuestión debería resultar bastante sencilla de contestar. Pero como suele pasar con los Clinton, todo es un poco más complicado de lo que parece. Ya que la campaña de la ex primera dama se enfrenta estos días con toda una delicada polémica sobre sus genuinos valores femeninos, complicada por el recelo que las encuestas registran hacia su candidatura entre las votantes estadounidenses.

La controversia ha sido planteada por otra mujer fuerte, Elizabeth Edwards. La esposa del telegénico, multimillonario y populista John Edwards -uno de los competidores de la senadora por Nueva York en el pulso por la nominación presidencial de los demócratas- se ha atrevido a poner en tela de juicio las credenciales de Hillary como defensora de las cosas que de verdad importan a las mujeres, reprochándola el comportarse más bien como un hombre que quiere ser comandante en jefe.

Según la señora Edwards, que sigue haciendo campaña pese a su grave diagnostico de cáncer, su esposo de llegar a presidente sería un mejor activista a favor de las mujeres que Hillary. A la que ha criticado entre otras cosas no haber presentado a estas alturas un plan de reforma sanitaria, jugar con el tema del aborto e ignorar cuestiones como los intolerables niveles de pobreza en un país como Estados Unidos, especialmente entre madres solteras. Además de reprochar el argumento electoral de que hay que votar a Hillary simplemente porque es una mujer.

Ante estas cargas de profundidad, la campaña de la senadora ha optado por no abordar directamente la cuestión. Presionada por la prensa, Hillary se ha limitado a contestar que aspira a la Casa Blanca “porque creo que soy la persona mejor cualificada para hacer ese trabajo”. Bill Clinton ha sido más específico en defensa de su cuestionada esposa al afirmar que Hillary “no está tratando de ser un hombre”. A juicio del ex presidente: “No creo que sea inconsistente con el hecho de ser una mujer el dominar cuestiones de defensa o seguridad, además de mostrar fortaleza cuando la ocasión lo demanda. Yo no considero todo eso varonil, lo considero ser un líder”.

En el fondo, esta polémica no hace más que reflejar la intensa búsqueda del voto femenino, bloque que tiende a materializarse más y con cierta proclividad para el Partido Demócrata. Como ha explicado Ellen Moran, directora del grupo Emily´s List que promueve la participación de las estadounidenses, “todos los candidatos demócratas saben la importancia del voto femenino y por eso todas las campañas están intentando conectar específicamente con ese grupo”.

De hecho, algunos analistas hablan ahora de una llamativa alteración de estereotipos de género cuando candidatos como Barack Obama o John Edwards tienden a exteriorizar más sus sentimientos personales y dejan saber, por ejemplo, de que extrañan mucho a sus respectivas familias durante el maratón electoral. En contraste con las reiteradas poses de “dama de hierro” de Hillary Clinton, dentro de sus esfuerzos por ser tomada en serio para ocupar el máximo cargo electo de EE.UU. que durante más de dos siglos ha sido un “de facto” monopolio masculino.

Pese a la teórica afinidad que el voto femenino tendría que tener hacia la candidatura de Hillary, las encuestas de intención de voto coinciden en reflejar entre mujeres un apreciable nivel de desconfianza, ambivalencia e incluso hostilidad hacia la senadora. Con la paradoja de que ese rechazo se concentra en el segmento de votantes como ella misma: profesionales, casadas de cierta edad, con altos niveles de educación e ingresos.


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