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 sábado, 28 de julio de 2007  
Eleonora Cassano adelantó cómo será su función junto al Ballet Argentino
”Antes me preocupaba por hacer bien las piruetas, hoy pienso en disfrutar”
La bailarina, que se presenta mañana en el Broadway, dijo que no piensa en retirarse

Rodolfo Bella / Escenario

Eleonora Cassano asegura que al público “le gusta” verla bailar clásico porque la asocian a ese género como un referente. Sin embargo se sigue dando algunos gustos con otros acordes, coreografías y vestuarios que no requieren del tradicional tutú. Así lo hará junto al bailarín Juan Pablo Ledo y a otros 15 bailarines del Ballet Argentino de Julio Bocca cuando presente “Carmen” en versión completa, mañana, a las 21, en el teatro Broadway, y también se anime a los sonidos tangueros de Astor Piazzolla.

   —¿El público valora de la misma forma tu trabajo en el clásico que en otros géneros?

   —Si. Yo me acerqué más a la gente al hacer tango y otros géneros. Igualmente me queda claro que la gente siempre quiere verme bailar clásicos. “La Duarte” era muy fuerte, pero no bailaba clásico y es como que “sí, muy lindo el espectáculo”, pero les gusta el clásico (risas).

   —Los tres bailarines más famosos de la Argentina pudieron pasar sin problemas de un género a otro. ¿A los varones se les permite una mayor libertad de elección que a las mujeres?

   —No creo que sea así. Como me conocen del clásico, aceptan que el referente del clásico soy yo, pero eso no quita que acepten otras cosas. Creo que se le permite tanto al varón como a la mujer hacer cosas distintas. Igualmente creo que con Julio rompimos muchos moldes con lo que se hace habitualmente en ballet. También esa idea que se tenía de que si no se entiende de ballet no se puede ir a verlo. A mi me gusta destacar que no es necesario entender ballet para disfrutarlo. Tal vez el que lo entiende aprecia determinadas cosas más que otros.

   —¿Cómo decidiste que tu nombre tuviera peso propio?

   —Tuve la necesidad de ir conociendo y haciendo cosas nuevas y no quedarme en la situación tranquila y cómoda en la que estaba. Tuve la necesidad de crecer en forma individual, un poco lejos de Julio. Quería tener mi propio peso y no ser siempre “Julio y Eleonora”, sino tener mi historia.

   —¿Tuviste que pagar algún costo por el cambio?

   —No al contrario. Creo que salí favorecida, no sólo por lo comercial sino por lo personal. No considero que haya tenido costo, y si lo tuvo no me enteré.

   —¿La danza está dominada por los varones?

   —Es verdad y el tema es que los varones escasean en la danza. Hay dos o tres o diez en el mundo que son reconocidos porque son pocos y se destacan mucho más. Con las bailarinas al ser más cantidad es distinto. La historia de la danza desde sus inicios es un poco así.

   —¿Qué te gustó de “Carmen” para reponerla en una versión completa?

   —Es una obra que vengo haciendo hace tiempo, pero volver a hacerla después de tantos años de experiencia, me hace sentir muy cómoda y muy libre en el personaje. Es lo que me está pasando en los últimos años arriba del escenario. Siento una comodidad y un disfrute total que me pasa por otro lugar. Antes uno se preocupaba por hacer bien las piruetas o hacer bien los equilibrios y ahora en lo que menos pienso es en eso. Conociendo tanto al personaje sale casi natural y pienso solamente en disfrutar y hacer que la gente sienta todo lo que siento en el momento de bailar.

   —¿Cómo influyeron los años y la vida en la interpretación de este personaje?

   —Tenía más o menos 25 años cuando la hice por primera vez. En mi hubo un madurez profesional que también se nota en Carmen. Cuando tenía 25 años había cosas del personaje que me deba vergüenza, que son un poquito zafadas y ahora lo hago con naturalidad. En parte es la vida... y en parte la solvencia escénica que me fueron dando los años que llevo bailando.

   —¿”La Cassano en el Maipo” te ayudó a perder la vergüenza?

   —En realidad lo que hice fue un espectáculo musical en el cual hacía zapateo americano, cantaba, hablaba, todas cosas que hasta ese momento nunca había hecho, pero no hubo nada que me diera vergüenza, sino cosas nuevas que me hicieron crecer como artista. Nunca había abierto la boca en el escenario y fue una experiencia totalmente nueva.

   —¿Y cantar?

   —Tal vez eso sí me dio un poquito de vergüenza porque no es mi fuerte. En el estreno tenía que cantar un solo, pero la ví en la primera fila a Estela Raval y me dieron ganas de salir corriendo... Si hubiese estado Maya Plisétskaya no me hubiera afectado en lo más mínimo. Sentía muchísimo pánico, pero lo superé. Igual reconozco que no canto como bailo (risas).


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“Tuve la necesidad de no quedarme en la situación cómoda en la que estaba. Quería tener mi propia historia”, confesó la artista.

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