Otros proyectos que aún esperan

Desde su nacimiento hasta hace pocos días, Abuelos Sustitutos funcionó en una sede que le otorgó el club Policial. “Todo el personal del club siempre estuvo al lado nuestro, depositaban amor en cada cosa que hacíamos, eran uno más de nosotros”, expresó Chimento a modo de agradecimiento.

A partir de ahora están en una sala que les fue cedida en la estación Parque Urquiza. Sin embargo deben lidiar con algunas limitaciones que no les permiten concretar proyectos nuevos: “Queremos que abuelos, hijos y nietos salgan a pintar pizarrones en las escuelas públicas, pero no tenemos un espacio propio donde poder guardar, al menos, las herramientas”. Tener un sitio donde regularmente se pueda dar clases a los chicos que necesitan apoyo escolar y provienen de barrios carenciados también es una asignatura pendiente. La organización no cuenta con subsidios ni ningún otro tipo de recursos económicos que le permita sustentar gastos. Sólo está el aporte mensual de 2 pesos que hacen los abuelos como para paliar algunos de los gastos que generan los viáticos y la compra de materiales.

Muchos de los abuelos que integran la organización, salvo raras excepciones, no permanecen demasiado tiempo. El cansancio, el frío y las limitaciones que les crean los años hacen que el grupo se renueve permanentemente. A pesar de eso, cuando se los necesitan están. “Es muy difícil trabajar con abuelos porque cada uno tiene sus ideas fuertemente arraigadas, pero si estamos acá es para que los chicos no sufran la soledad. Queremos enseñarles que hay otro mundo más allá del que ellos conocen”, cerró Chimento.