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 miércoles, 11 de julio de 2007  
Pakistán mató al líder extremista que mantenía tomada una mezquita
Se trata del clérigo islámico Abdul Rashid Ghazi, un predicador de la “guerra santa”. El asalto militar al templo pudo haber dejado más de cien víctimas. Ahora se temen represalias

Islamabad.— Las fuerzas de seguridad de Pakistán tomaron ayer por asalto la Mezquita Roja de Islamabad, que se encontraba sitiada desde hacía una semana por cientos de extremistas islámicos que mantenían como rehenes a mujeres y niños. Tras casi un día de combate, el ejército logró matar al clérigo que encabezaba la rebelión, Abdul Rashid Ghazi, y se teme que la operación militar pudo haber dejado más de 150 muertos. Las cifras oficiales hablan de 59 fallecidos.

   El enfrentamiento en torno a la mezquita comenzó el martes pasado, cuando las fuerzas de seguridad rodearon el complejo que alberga al templo y dos escuelas coránicas, después de que sus estudiantes atacaran un puesto policial cercano. Desde hace meses los extremistas intentan imponer por la fuerza la ley islámica (Sharia) en Pakistán, al estilo de los talibán en Afganistán. Miles de estudiantes y militantes armados se atrincheraron en la mezquita, aunque en los días siguientes varios cientos se entregaron.

   El número de bajas en la Operación Silencio, que comenzó a las cuatro de la madrugada (hora local) de ayer, seguía sin estar claro. Versiones de medios afirman que las autoridades locales pidieron bolsas para 800 cadáveres, aunque el Ministerio del Interior mantiene oficialmente que murieron 59 personas, ocho de ellas soldados. Los efectivos rodearon además los hospitales donde fueron llevados los muertos y heridos, lo que hizo surgir la especulación de que se quiere ocultar la cifra real de víctimas.



Fuerte resistencia. La capital paquistaní se vio sacudida por tiroteos y explosiones ante la fuerte resistencia que encontraron las tropas al internarse por el laberíntico complejo de la mezquita. “Los terroristas bien entrenados cuentan con lanzacohetes, metralletas y granadas, además de mantener rehenes en su poder. Avanzamos despacio por las mujeres y los niños”, afirmó el portavoz militar Waheed Arshad, cuando se iniciaron los combates.

   Las circunstancias de la muerte de Ghazi, que era una figura simbólica de los extremistas, permanecen aún oscuras. “Ghazi fue rodeado por los militantes que no lo dejaron rendirse y murió en el fuego cruzado”, sostuvo el portavoz del Ministerio del Interior, Javed Iqbal Cheema. Informaciones de los medios aseguran que el religioso fue alcanzado primero por una bala en una pierna. Según una versión siguió negándose a entregarse una vez herido, y de acuerdo a otra fue alcanzado por un tiro de sus propios hombres al querer rendirse.

   En su última entrevista ayer por la mañana, Ghazi seguía desafiante. “Nos pidieron que nos rindiéramos, pero nos negamos a hacerlo”, dijo al canal de noticias Aaj. “Nosotros moriremos, pero el pueblo se vengará de los gobernantes”, aseguró. Según las autoridades, durante la operación fueron rescatados 80 rehenes: 50 hombres y 30 mujeres. Sin embargo, no está claro cuántos realmente eran obligados a permanecer en la mezquita y cuántos lo hacían por voluntad propia.



Máxima alerta. El presidente del país, Pervez Musharraf, dio la orden de tomar el complejo tras varias horas de negociaciones entre Ghazi y una delegación de clérigos y ministros del gobierno que se cerraron sin acuerdo. El mandatario aseguró que el uso de la fuerza se volvió ineludible. “Mostramos máxima paciencia y contención en el tema de la Mezquita Roja. No quedó otra opción”, afirmó. Fuentes del gobierno dijeron que las negociaciones fracasaron porque Ghazi insistió en garantías para los combatientes extranjeros parapetados dentro de la mezquita, pese a que las autoridades le ofrecieron un salvoconducto a él y sus seguidores si se rendían.

   Las fuerzas de seguridad de Pakistán se encontraban ayer en alerta máxima por temor a represalias. Miles de personas, algunas de ellas armadas, tomaron las calles en las ciudades de la provincia de la Frontera del Noroeste y áreas tribales fronterizas con Afganistán. Tres ataques con bomba, realizados al parecer en venganza por la operación en la mezquita, causaron la muerte de un policía e hirieron a nueve más en la provincia, según informes de los medios.



Predicador del odio. El conflicto de poder entre el gobierno de Musharraf y los islamistas se mantiene desde hace años. El presidente es resistido por los extremistas por su apoyo a EEUU en la lucha contra el terrorismo. Uno de sus mayores enemigos era Ghazi, uno de los clérigos más conocidos de Pakistán en el extranjero por su prédica de odio hacia quienes no compartían su ideología.

   Desde la Mezquita Roja, Ghazi instruía a miles de estudiantes coránicos en la “guerra santa”, basado en el modelo de los talibán y de su héroe, el líder de Al Qaeda Osama Bin Laden. Este religioso nacido en 1964 nunca ocultó su fanatismo islámico, y defendía los atentados suicidas como legítimos.

   Sus simpatizantes secuestraban a presuntas prostitutas para su “reeducación”, y exigían cerrar sus locales a los dueños de negocios de video y de música, muy al estilo de sus admirados talibán. l
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El ataque a la mezquita dejó un número no preciso de muertos y heridos.

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