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domingo,
08 de
julio de
2007 |
El cálido confort andino
El centro de spa del Gran Hotel Termas de Chillán es un atractivo en sí mismo. Es más, es uno de los imanes para los turistas extranjeros, principalmente brasileños y argentinos, que se llegan hasta este complejo. El espacio Aquaterm de hidratación termal cuenta con tres pisos en los cuales se realizan tratamientos de aromaterapia, masoterapia, reiki, masaje tailandés, hidrospa, fangoterapia, sesiones de sauna y vapor, además de las diez salas de masajes con nombres de piedras, como Lapislázuli, Turmalina, Agata, Ambar y Malaquita.
Pero pocas cosas ofrecen tanta satisfacción corporal como la piscina termal, abierta de nueve de la mañana a una de la madrugada, en la que se experimentan contrastes de paisajes y temperaturas impensados. La pileta techada, con aguas de azufre bicarbonatada captada directamente en su fuente de origen termal y sólo por desnivel proveniente de las montañas de zonas volcánicas, tiene una temperatura que oscila entre los 36 y 38 grados, ideal para calmar dolores reumáticos y activar la circulación.
Pero la sorpresa se da con un pequeño puentecito que traslada a otra pileta al aire libre, con hidromasajes y cascadas, que permiten una experiencia inédita. Y es la que se siente al estar sumergido con el agua caliente hasta el cuello, mientras se puede tocar la nieve con las manos, dispuesta en los bordes de la piscina, al tiempo que quienes hacen ski pasan tapados hasta los dientes a poco menos de dos metros de este espacio de rélax. Es otro flash de pura adrenalina, la misma que se sentirá en el casino, recientemente inaugurado, donde muchos se atreverán a desafiar al azar noche a noche. Pero claro, cuando se ganó tanta relajación en el spa, a quién le importa perder una fichita en la ruleta.
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