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 domingo, 08 de julio de 2007  
Libros para los más chicos
La reconocida editora presentó en Rosario los primeros títulos de su nuevo sello, La Brujita de Papel. Un proyecto que apuesta a la diversión de los primeros lectores

Osvaldo Aguirre / La Capital

Gloria Rodrigué tiene una extensa trayectoria en el ámbito editorial, y en particular en la producción de libros para niños y jóvenes. Su trabajo en Editorial Sudamericana, donde se desempeñó durante cuarenta años, la distinguió como una de las editoras más importantes en el país. Una experiencia que ahora vuelca en un nuevo sello, La Brujita de Papel, que acaba de fundar y lleva adelante con sus cinco hijas.

Ese carácter familiar, y la decisión de apostar a un proyecto de largo plazo, aparecen como rasgos distintivos de la editorial. Con el tipo de libros que quiere publicar: “los libros que nos gustan, y porque nos gustan”, dice Rodrigué, que estuvo en Rosario para promocionar los primeros títulos de La Brujita.

—¿Cuál es el proyecto de La Brujita de Papel?

—La idea es hacer una editorial para chicos de cero a 12 años. Cuando pensamos en la editorial pensamos que la brujita tenía que ser un personaje. Como esta es una editorial familiar y nos reuníamos mis hijas y yo a trabajar después de hora, siempre había algún chico corriendo. Pero la que nunca faltaba era una de mis nietas, Guadalupe, que es pelirroja. Pensamos que la brujita se llamara como ella y fuera pelirroja. Después pensamos en que tuviera una mascota y se nos ocurrió una polilla. Y como nos pareció que hacer que viviera con los padres era un poco aburrido, dijimos: “que sean dos tías brujas, que pueden ser compinches y se pueden permitir algunas cosas más divertidas”.

—Una editorial familiar como la suya desentona en medio de las multinacionales de la industria editorial. ¿Qué ventajas tiene esa clase de empresa?

—Para nosotros la editorial familiar se dio porque cada una de mis hijas tiene algo que ver con el tema. La mayor, Mercedes, estudió Letras, trabajó como editora en Sudamericana, y ahora hace la selección y la revista del Círculo de Lectores. La segunda, Isabel, es diseñadora gráfica, durante muchos años hizo las tapas de los libros de Sudamericana y ahora diseña nuestros libros. En los libros infantiles, además de tener un escritor y un ilustrador, es importante un diseño que contenga esos elementos. La tercera, Teresa, es diseñadora, pero de moda, y trabaja mucho con Oriente; a raíz de los viajes que hizo conoció a gente que hacía cosas en plástico, y nuestros libros en plástico los produjimos por los contactos que ella hizo. La cuarta, Dolores, es arqueóloga y maestra: entonces aporta en el tema de los contenidos. La más chica, María, es la que tiene menos relación porque está estudiando abogacía, pero puede hacer los contratos con los autores y mediar cuando hay una discusión entre todas (risas). Cuando se me ocurrió hacer la editorial y lo conté en mi casa, a mi marido y a las chicas, todas se engancharon un montón. Así surgió. Si a esta altura de mi vida pienso en una editorial y veo que ellas van a seguir en la edición de libros creo que este proyecto va a tener largo aliento. Las editoriales son proyectos a muy largo plazo. Hay que tener paciencia y perseverancia.

—¿Qué implica ese largo plazo?

—Perserverar, aunque uno no venda. Para armar un catálogo se necesitan muchos libros. Y tiempo, porque no podés hacer libros como chorizos sino pensar cada libro, cada colección, ver si funcionan, qué recepción tienen en la librería, en los colegios. Hasta dentro de cinco años vamos a estar dale que dale.

—¿Cómo eligen a los escritores y a los ilustradores?

—Actualmente los ilustradores tienen más importancia que antes. Hoy en día son coautores con los escritores en los libros para chicos porque la ilustración tiene tanto peso como el texto. Cuando concebís un libro, pensás: “bueno, ¿cómo puedo editar este texto? ¿En rústica, en tapa dura? ¿Para qué edad es? ¿Lo ilustro mucho, lo ilustro poco?” Y de acuerdo con eso, ves qué ilustrador podría funcionar para cada libro. Hay que ver si resulta, si hay empatía con el escritor, porque tienen que trabajar juntos, con el editor, que hace de intermediario. Muchas veces se da que el escritor y el ilustrador trabajan juntos y traen el libro hecho a la editorial. Con La Brujita hicimos una especie de concurso con tres ilustradores, todos buenos. Teníamos una brujita en el imaginario que (Alejandro) O´Kif interpretó muy bien.

—¿Cómo se plantean llegar a las escuelas?

—Hay que visitar los colegios, llevarles el material. Y también llegar a través de las ferias. Es un trabajo largo y hay que tener cierta cantidad de material. Además, las opiniones de los docentes y de los libreros son muy importantes.

—Las mesas de novedades para adultos cambian todos los meses en las librerías. ¿Ocurre lo mismo con los libros de literatura infantil y juvenil?

—No. Hay bastante producción pero el libro perdura mucho más tiempo. Es más lento, pero se instala y no desaparece. Es como más noble lo que pasa hoy en día con la literatura infantil. La literatura para adultos muere con una rapidez tremenda. Si no pasa nada con un libro en los primeros tres meses ese libro desaparece, te lo devuelven y no hay forma de volver a mandarlo a la librería, porque todos los meses las editoriales sacan mucho material. En cambio, si lográs instalar un libro para chicos, ese libro dura más tiempo. Y bueno, cuando era chica yo leía los libros de la serie Robin Hood, que también leyó mi madre y leyeron mis hijas.

—¿Cómo definen las colecciones?

—A medida que vas encontrando libros e imaginando que pueden ir en un determinado perfil. A veces las colecciones no están definidas desde el principio. Los editores tratamos de no autolimitarnos. La etiqueta puede convertirse en algo que te encierra o te aburre. Las colecciones tienen que ser abiertas para que de pronto pueda entrar algo que sea original y diferente. Todo el proceso de hacer el libro es gratificante. Desde que recibís un original, lo leés, te gusta y conversás con el autor, pensás en el ilustrador, en cómo va a ser el libro. Ese proceso es creativo, y muy divertido. Hasta que finalmente ves el libro. ¡Y el susto que tenés cuando llega la caja de la imprenta con los libros, para ver si lo hicieron bien! Cuando trabajás en una editorial grande, como fue mi caso, no estás en la cocina de la producción. Con esta editorial tuve que aprender todo de nuevo.
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Artesanal. "Con esta editorial aprendí todo de nuevo", dice Rodrigué.

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