Turismo: el millonario negocio del placer

Ricardo Petunchi / La Capital

El turismo es uno de los negocios que más dinero genera en el mundo y su crecimiento es constante.

   En el primer semestre de este año se movilizaron 15 millones de personas más que en el mismo período de 2006. Asia y el Pacífico son las regiones que más se beneficiaron, con un crecimiento del 9 por ciento; América fue la que menos lo hizo, con sólo el 4 por ciento.

   Hay muchos miles de millones en juego. Por eso los países más avanzados en la materia tienen políticas de Estado, coherencia y visión de futuro.

   Un turista conforme, aunque más no sea uno, es dinero. Y no quieren perder esa pelea.

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Más de 35 mil millones de euros por año. Esa es la cantidad de dinero que dejan los turistas en Francia. El excedente comercial del sector supera largamente los 13 mil millones de euros anuales. Es el primer rubro económico del país con el 6,6 por ciento del PBI. Recibe en su territorio al 11 por ciento del movimiento turístico de todo el mundo. El 80 por ciento llega desde Europa y otro buen porcentaje desde los Estados Unidos.

   Los latinoamericanos, tanto en cantidad como en gastos, están mucho más atrás.



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China tiene más de 1.300 millones de habitantes. Y se ha convertido en el moderno objeto de deseo del turismo. Los franceses saben que no pueden perder tiempo y por eso ya comenzaron a prepararse para recibir a los visitantes chinos de la manera más apropiada.

   Hoteleros, choferes, intérpretes, comerciantes y taxistas, entre muchos otros, reciben instrucciones sobre sus costumbres y gustos. Todo para lograr que cuando estén recorriendo las vidrieras del parisino bulevar Saint Michel en el barrio Latino, se sientan como en su casa. El año pasado llegaron 600 mil chinos. La inmensa mayoría fue a París.



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El crecimiento de China es imparable. Su presencia se esparce con la velocidad de un rayo a todos los sectores de la economía mundial. Tiene una cultura misteriosa y subyugante, milenaria y profunda. China es un país desconocido y atrapante. Condimentos apropiados para seducir a turistas occidentales ávidos de experiencias diferentes y con billeteras rebosantes de euros. Los franceses se rinden ante la evidencia y lanzan un pronóstico que no los favorece pero que asumen como irreversible: en 2020, China será el país más visitado del mundo. A la vez, unos 100 millones de chinos se encontrarán viajando por el exterior. Francia, para ese entonces, aspira a conservar, al menos, el segundo lugar.



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El Estado francés tiene políticas de seducción y marketing para cada país en particular. Nada se improvisa. A sus vecinos ingleses, por ejemplo, les ofrecen paquetes con la “Francia escondida” porque saben que seguramente ya han estado en París. Para los argentinos, en cambio, la promoción se sustenta en los sitios tradicionales. A los estadounidenses los tientan con la gastronomía y el buen vivir; y con los brasileños apuestan al turismo religioso.

   También aplican incentivos para que los turistas extiendan su mirada más allá de la irresistible tentación que ejerce París. Por ejemplo, el Estado firmó acuerdos con algunas empresas de aviación que ofrecen pasajes más baratos hacia el interior del país sin pasar por los aeropuertos parisinos.



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¿A quiénes intentan captar? Primero, obviamente, al segmento de la sociedad con mayor poder adquisitivo, sin distinción de edades. En segundo lugar apuntan a la juventud, porque crea tendencia. Están convencidos de que si a los jóvenes les agrada lo que ven y el trato que reciben, harán lo imposible por regresar.



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El dossier sobre los argentinos que maneja la Maison de la France dice lo siguiente: tienen ahora más tiempo libre; por cuestiones de costo redujeron el tiempo de estadía; prestan mucha atención a la relación calidad-precios y si les resulta conveniente, regresan; reservan cada vez más tarde los alojamientos y pasajes; cada vez viajan más por negocios; redujeron la contratación de paquetes a través de las agencias porque muchos lo hacen por internet.