El Pami II se saturó e internó pacientes hasta en la capilla

Pese al exceso de enfermos, las autoridades dijeron que la atención no se resintió

Silvia Carafa / La Capital

El Pami II tuvo que habilitar seis camas en la capilla para internar a los abuelos afectados, en su mayoría, por problemas respiratorios. Como si esto fuera poco, la guardia funcionó a pleno con camas por todos los rincones. A pesar de la saturación, el director del efector, Dante Giannone, dijo que el policlínico está en condiciones de seguir dando respuestas. Ayer, la percepción del colapso en los centros de salud públicos y privados ganó la calle y llenó de intranquilidad a los pacientes, aunque desde la provincia y la Municipalidad salieron a bajar el tono a la preocupación. “Estamos trabajando a pleno, pero no hay desborde”, coincidieron los respectivos titulares de las áreas sanitarias.

   En su debut, el invierno no sólo trajo días grises; también un brote gripal que trastocó las previsiones en efectores públicos y privados. Entre el tendal de afectados, los abuelos fueron el grupo de mayor impacto. “Sí, habiltamos la capilla y agradecemos al Arzobispado por habernos facilitado el trámite”, dijo Giannone. Y adjudicó a una cuestión estacional la saturación de pacientes con afecciones que en su mayoría están relacionadas con cuestiones respiratorias.

   Para Giannone, el hecho de haber dispuesto camas en la capilla no incide en la atención que se brinda en el plano terapéutico. “Es un lugar como cualquier otro”, explicó, y aseguró que no es la primera vez que se echa mano a este recurso. En las inundaciones de 1986 el oratorio también mutó a sala de internación. De las seis camas que puede albergar el lugar, ayer ya había cuatro habilitadas, según explicó el funcionario.


Movimiento continuo
En sintonía con lo que sucedía en los distintos efectores públicos y privados, en el Pami II ayer el ajetreo era constante con salas de espera colmadas de pacientes y una frecuencia inusual de arribo de las ambulancias. En las escalinatas de ingreso, los familiares aguardaban la hora de visita, hacían el aguante y hasta apuraban algún cigarrillo.

   “Llegamos anoche con mi papá que tiene 72 años descompensado y le puedo asegurar que la guardia estaba resaturada, era un lío de camillas cruzadas por todas partes”, contó Zulema Da Silva. También anteayer, Silvia Godoy internó a Juan, su padre de 85 años, con un problema bronquial. “Cuando llegamos había tres ambulancias esperando para ingresar a los pacientes, una locura. A mi papá lo pusieron en una camilla pero había gente que tenía que esperar sentada en sillas hasta que se desocupara algo”, relató.

   María Cuscianna tiene 84 años y llegó al Pami II por una neumonía el lunes, a las 11. “A la sala recién entró el martes a las 14 y estuvo en una camilla angostita, en la guardia repleta, sin espacio físico”, comentó su hijo, Juan José Munita. Y dijo que hasta tuvo la oportunidad de firmar la nota que los familiares de una paciente elevaron ayer al director de ese centro de salud porque, “además de que no había camas, acá existen otras deficiencias”, aseguró.

   Para Marta Molina, que llegó con su padre de 83 años, casi ahogado de la bronquitis, la atención es buena. “No me puedo quejar, ahora está en terapia intensiva y lo atienden bien; los médicos se desviven pero son demasiadas las personas que llegan”, señaló la mujer. Otros reclamos apuntaron contra las ambulancias que trasladan los pacientes fuera del Pami para realizar estudios más complejos.

En la guardia hubo que poner camas en todos los rincones.