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 domingo, 10 de junio de 2007  
En una librería de Rosario

Creo hoy que casi el mismo día (así de falsa es la memoria) en que abandoné a Julio Verne descubrí a Isaac Asimov, un autor que después uno aprende a desdeñar, pero que suele ser a menudo la puerta de entrada a la ciencia ficción, más o menos a esa edad. Ese fue mi primer género, salvo la historieta. Siempre consideré géneros lo que la mayoría de los estudios universitarios llama géneros menores: policial, ciencia ficción, terror. Calculo que la denominación no es peyorativa, sino dispuesta para distinguirlos de la novela, la poesía o el ensayo, que tal vez fueran géneros mayores (más grandes). Para mí esas serían más bien formas.

Pronto estaba leyendo todo lo que podía encontrar en castellano. En una librería del centro de Rosario que traía revistas en inglés descubrí a su vez Amazing y Fantastic, milagrosamente otra vez en el momento mismo en que comenzaba a dirigirla Ted White. Había visto un par de números anteriores, pero de pronto mejoró notablemente la cartulina de la tapa (dura, con una cara satinada y la otra áspera), y se fueron incorporando una serie de dibujantes e ilustradores fuera de serie.

(de "El libro de los géneros")
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