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domingo,
10 de
junio de
2007 |
Como una especie de salto en la cabeza
La ciencia ficción, el terror, la fantasía y el policial, temas de una enciclopedia personal
En una entrevista publicada hace exactamente diez años, Diego Gándara, periodista argentino radicado en España, definió a Elvio Gandolfo como “una enciclopedia desordenada donde los géneros se multiplican y entrecruzan”. Las referencias múltiples a la literatura, el cine y la historieta, sus proyecciones en una obra que atravesaba la ficción, la crítica y el periodismo y las relaciones tramadas en ese marco formaban un corpus que sorprendía al lector (o al interlocutor, en una conversación) no sólo por sus dimensiones sino por los descubrimientos que producía y por la contundencia de sus opiniones.
Desde esa perspectiva, “El libro de los géneros” podría ser visto como un ordenamiento (entre muchos otros posibles) de la enorme producción crítica que Gandolfo ha publicado en diversas revistas, diarios, libros y suplementos literarios de Argentina y Uruguay, desde sus inicios en la revista el lagrimal trifurca (Rosario, 1968-1976). Se trata de una especie de antología, y además pueden rastrearse, dispersos en diferentes pasajes, núcleos de reflexión y de investigación persistentes.
El volumen presenta cuatro secciones, cada una dedicada a un género (ciencia ficción, policial, fantasía, terror), y un apéndice, en que se incluyen tres cuentos de género (policial, ciencia ficción y terror). La selección reúne estudios históricos sobre los géneros (la ciencia ficción en general, la ciencia ficción latinoamericana, la ciencia ficción argentina) y análisis de fenómenos particulares (la novela negra en Argentina); ensayos en torno a las obras de escritores como Stephen King (“basados en la lectura de más de 3000 páginas de su obra”), James Ellroy o Philip K. Dick o de cineastas como John Carpenter y artículos relativos a libros individuales; entrevistas realizadas al propio Gandolfo (sobre la ciencia ficción y el policial) y prólogos a libros que lo tuvieron como compilador. En su mayoría, los textos fueron publicados originalmente en ediciones del Centro Editor de América latina y en revistas de género, como El Péndulo, Cuásar o Minotauro. Un circuito editorial que ha desaparecido: “Descubrí al armar este libro —dice Gandolfo, en el prólogo— que justamente tenía sentido hacerlo en el momento en que es posible que muchos de los prólogos, notas y ensayos no tendrían espacio donde publicarse”.
Definir el género es un punto de partida recurrente. A diferencia de lo que podría ocurrir en un estudio convencional, Gandolfo no se propone tanto llegar a una conclusión. El objetivo (impuesto muchas veces por la demanda específica de los editores) apunta a mostrar un cuadro de situación, las corrientes y autores principales y, quizá sobre todo, los puntos de fuga, aquello que rompe con lo previsible que puede tener un género o que puede interesar a un lector ávido y curioso. Tampoco aplica fórmulas bajadas de algún aparato teórico, sino que sigue los propios términos de su objeto. En la ciencia ficción, dice por caso, el uso del concepto de género está relacionado con la difusión y “su consideración incluye elementos que no suelen tenerse en cuenta para valorar una obra literaria a secas”. Allí “no importa demasiado que el estilo no sea perfecto si la idea es poderosa”, apunta en una entrevista de Luis Pestarini. El lector de género espera algo que “provoque una especie de salto en la cabeza” mientras lee. Un efecto cuyos ejemplos pueden encontrarse en este mismo libro, en cuanto Gandolfo abre su enciclopedia.
O. A.
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