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domingo,
10 de
junio de
2007 |
Sobre el sentido de errar y construir
Las acepciones y enunciados sobre lo vocacional se refieren a la vocación como una inclinación a alguna forma de vida o profesión.
Inicialmente, lo vocacional ha formado parte del discurso pedagógico y estuvo asociado a los diferentes proyectos educativos. Luego de la crisis del 30, los criterios positivistas de selección “natural” del más apto, asociados a la idea de progreso, fueron reemplazados por una filosofía espiritualista que intentó sustituir a la materialista. El término “vocación” se incorporó desde entonces al discurso educativo oficial. Más adelante, con la psicotecnia para medir las “aptitudes” individuales, lo vocacional quedó ligado a una concepción positivista del ser humano.
La psicotecnia y la “orientación vocacional” en las universidades se instituyó como uno de los servicios que caracterizaron la política educativa desarrollista del gobierno de Frondizi. Este sentido quedó luego vinculado a la modernización educativa y la legitimación de la privatización de la enseñanza universitaria.
En los 60, corrientes teóricas como el psicoanálisis inglés, desvincularon lo vocacional de una cuestión de aptitudes que deberían medirse para ser explotadas. Actualmente, la noción de “vocación” es interrogada desde la perspectiva teórica del psicoanálisis que la entiende desde lo vocacional, no como un estado al cual estaríamos “llamados”, sino como una elección vinculada a la historia de vida de cada persona.
En las motivaciones que orientan una elección se evidencian identificaciones infantiles, aquello que interpretamos que se esperaba de nosotros. Ante estas idealizaciones, nos esforzamos por poner nuestra impronta resignificando aquellas identificaciones.
Elegir además de implicar un gasto de energía y esfuerzo, nos moviliza y angustia, pues en algún punto nos deja frente a la soledad de nuestra singularidad, de nuestras ocurrencias y creaciones, de nuestros deseos. No es simplemente acertar, y quizá implique de alguna forma un errar. Errar en el sentido de que nuestro estar en el mundo está desprovisto de toda certeza o verdad.
Cristina Eliçabe Urriol
Psicóloga y docente
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