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domingo,
10 de
junio de
2007 |
El joven frente a la elección de la carrera
La elección de una carrera universitaria es un proceso complejo, no sólo porque la oferta es cada vez mayor, sino porque a menudo ese momento es considerado por los adolescentes como el que va a definir el resto de sus vidas. Debido a las dudas que se generan, desde hace algunos años, las principales universidades brindan la posibilidad de comenzar las carreras de grado y posgrado en el mes de agosto, dado que a veces la decisión se retrasa tanto que cuando aparece la intención de anotarse, el tiempo límite de inscripción está vencido.
“En muchos casos, las dudas, en términos concretos, empiezan antes de terminar el secundario, sobre todo en la última mitad de quinto año, porque se aproxima el momento en el cual la estructura de contención que brinda la escuela se va a terminar. Por esa razón, los chicos a veces se inscriben a las apuradas en alguna carrera o comienzan algún proceso de orientación vocacional”, explicó Mirta Katz, licenciada en psicología.
El apuro o el hecho de tomar una decisión sin contar con la información adecuada provocan que muchas elecciones terminen frustrándose, ya que la idea que un joven puede tener de una carrera rara vez se corresponde con la realidad. Por esa razón, la especialista quien también se desempeña como miembro adherente de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, indicó que “lo más importante es contar con la información necesaria, pero también disponer de un tiempo propicio para meditar la decisión con tranquilidad para realizar los pasos del proceso ordenadamente”.
La familia contenedora
Cuando un adolescente debe decidir sobre su futuro profesional entran a jugar diversos factores, ya sea de imitación o diferenciación, que hacen que la decisión se oriente en una dirección u otra. En ese cuadro de situación, los padres y hermanos juegan un rol fundamental. “La elección de la carrera es el primer ensayo de tomarse la vida más en serio y con dimensión de futuro, y por eso es tan importante que los padres, que son las primeras grandes columnas de la construcción de la vida psíquica del niño, actúen como acompañantes haciendo énfasis en la contención, la escucha y los consejos; sin caer en órdenes o mandatos. Las opiniones que, por supuesto son válidas, deben darse desde un lugar explícito y no subliminal”, destacó la licenciada Katz.
No obstante, muchas veces el momento de decisión de los hijos resulta también una etapa propicia para el replanteo por parte de los padres, que comienzan a pensar qué hicieron y qué no, en qué se convirtieron y qué hubieran deseado ser. Los hermanos mayores, por su parte, actúan como modelos. Ya sea por la imitación o por la diferenciación, lo cierto que aquello que ya fue hecho o emprendido por algún referente de más edad siempre tiene relevancia.
“A algunos chicos les da seguridad seguir una carrera que ya hayan hecho sus hermanos, mientras a otros les resulta imposible pensar en esa posibilidad. Ahí estamos frente a los casos de influencia por la positiva y por la negativa. De una u otra forma, siempre se genera una influencia”, señala la licenciada.
Es frecuente escuchar decir a una persona que “desde chico sabía que iba a ser tal o cual cosa”. Sin embargo, la estabilidad en la elección de la carrera desde lo emocional, se da recién a los 22 años. Esas fantasías de niño pueden entonces bifurcarse en dos caminos. “O bien se trata de elecciones infantiles que luego evolucionan en decisiones maduras que resultan exitosas, o bien los chicos quedan fijados en ilusiones que poco tienen que ver con la carrera en sí misma”, concluyó afirmando la licenciada Mirta Katz.
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