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domingo,
10 de
junio de
2007 |
Política. La economía enfrenta problemas de crecimiento y avanza un replanteo de las herramientas para afrontarla
El modelo económico ¿necesita un service?
Crisis energética, inflación y la presión para sostener el tipo de cambio, ejes del debate
“Estamos mal pero vamos bien”. La frase que supo ser famosa a principios de los 90 bien podría pensarse al revés en estos tiempos, al menos si se sigue la línea tanto de las crecientes y múltiples demandas sectoriales del momento y los análisis de al menos un sector de empresarios y economistas que, cambios de factores económicos y políticos mediante, plantean ahora con mayor contundencia sus críticas a la política económica.
Por cuarto año consecutivo la economía crece a tasas chinas, el consumo global es una locomotora sin freno, la producción industrial aumenta, el desempleo baja, la recaudación bate récords y el mercado internacional ofrece pagar precios históricos por los productos agroindustriales que, además, están explicando un nuevo récord de cosecha.
Sin embargo, se corta la luz y el gas, falta gasoil, hay un amplio abanico de productos que no se consigue en los supermercados, la inflación se desboca y, por si fuera poco, la lluvia de dólares que alimenta las reservas del Banco Central (BCRA) se transforman en un problema para el organismo monetario, que intenta mantener el tipo de cambio alto sin presionar sobre los precios y la tasa de interés.
El escenario posterior a la devaluación ofreció durante algunos años la posibilidad de reacomodar distintas variables de la economía a un costo relativamente acotado, producto de la experiencia recesiva del período inmediato anterior, la capacidad instalada ociosa y los bajísimos salarios, además del efecto de medidas como la pesificación de deudas y tarifas.
Después de casi un lustro de alto crecimiento, el modelo neodesarrollista seguido por el gobierno no se agota pero, al decir de algunos analistas, parece “necesitar un service”.
La inflación
El foco más conflictivo es sin lugar a dudas la inflación. La política de contención de precios a través de retenciones, primero, acuerdos sectoriales, después y, finalmente, por vía de las embestidas de Guillermo Moreno, ya no alcanzan para frenar la suba de precios y contener una peligrosa pulseada que incluye dificultades en el abastecimiento de productos.
El economista Tulio Ceconi, titular del Instituto de Estudios de la Realidad Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea delegación Litoral, no duda en culpar de esta situación a la política de “control de precios, regulaciones y subsidios cruzados” del gobierno nacional.
“Hay una vasta literatura y experiencias internacionales que indican que los efectos de estas políticas son inversos a los buscados porque aunque uno manipule los precios no puede evitar la escasez o la producción de bienes que no tienen demanda, el precio de mercado sigue siendo una información aún en escenarios de concentración económica”, señaló.
Ceconi será el encargado de exponer un panorama sobre este esquema de regulación durante el seminario anual que realizará la Mediterránea en Rosario, en agosto de este año.
La entidad definió los temas que se tratarán durante el encuentro, que precisamente buscarán sacarle punta a las amenazas sobre el crecimiento económico.
Si bien parte de la base de reconocer que la tasa de expansión en el período 2003/2007 “sólo registra antecedentes en los períodos de 1903 a 1914 y de 1964 a 1977”, se preguntan por los factores a atender para sostener esta actividad en el largo plazo.
Va de suyo, que desde este punto de vista, la regulación de precios y los subsidios a sectores como el de transporte son factores que juegan en contra.
“Nadie duda de que el gobierno quiere asegurar el crecimiento, frenar la inflación y mejorar la distribución del ingreso, sí hay interrogantes sobre si está usando las herramientas adecuadas, los subsidios por ejemplo operan en forma regresiva porque los sectores populares terminan financiando a las empresas”, señaló Ceconi.
Otros temas a abordar en el encuentro son el efecto de las restricciones a la exportación de productos agroindustriales y los costos de la política de cambio alto.
Más allá de las distintas visiones ideológicas, la lucha contra la inflación ya provocó sus muertos y heridos.
Entre estos últimos quedó el otrora poderoso secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que luego de su gaffe con el Indec fue relegado por la propia ministra de Economía en la negociación con las empresas y sectores económicos.
Desde los acuerdos con las entidades agropecuarias en febrero pasado, Felisa Miceli copó la parada en este tema con una estrategia que hasta ahora parece apuntar menos a frenar la suba que a sincerar algunos indicadores: desde la prometida normalización del Indec, hasta la liberación parcial de los precios del ganado y otros productos.
El jueves dio un paso más esta tarea al reconocer que la inflación “es altísima”.
En los primeros meses del año, la pelea por los precios encontró del lado de la inflación a un aliado temible, el de los problemas de abastecimiento.
Los lácteos, por factores climáticos y estacionales, entre otros, hicieron punta con una dispar presencia en las góndolas, rápidamente seguidos por otros productos de consumo masivo. Más recientemente, la presión de la demanda se extendió también a sectores como el de maquinaria o el automotriz, que viene liderando el ránking de producción.
La inversión
Si bien la industria viene batiendo récords de producción, las últimas mediciones del Estimador Mensual Industrial arrojaron leves caídas en distintos sectores.
No es el caso de los metalmecánicos, que no obstante ya prendieron las luces de alerta sobre las dificultades que tienen para hacer frente a la ampliación de su capacidad productiva.
La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) armó una mesa de diálogo con el gobierno y los sindicatos del sector para definir estrategias frente a un escenario que se presenta inmejorable en materia de demanda pero complicado por la inflación de costos.
“La competitividad de las industrias ya no pasa por la moneda, eso se perdió, hoy está atada al volumen de producción”, señaló Sergio Vacca, vicepresidente a cargo de la conducción nacional de los metalúrgicos.
Para muchos industriales, la actividad está frente a un punto de inflexión en su crecimiento, donde la inversión y la productividad marcarán la sobrevivencia de empresas que hasta ahora crecían en forma homogénea por efecto de la devaluación. Esta discusión se exhibió con claridad en las dos últimas grandes exposiciones que se desarrollaron recientemente en la ciudad: la Fiar 2007, dedicada a la industria alimentaria, y la Emhepac, dedicada a las máquinas herramienta.
En ambos casos los sectores manifestaron estar a full pero coincidieron en que deben superar una serie de restricciones para seguir creciendo: el aumento de los costos derivados de la concentración en los proveedores de insumos básicos, que no siempre pueden ser trasladados a precios (es el caso que denuncian las fundiciones que trabajan para la industria automotriz), los acuerdos salariales, el descongelamiento gradual de tarifas, los problemas de infraestructura (que muchos relativizan en función de los altos niveles de actividad que están teniendo) y, fundamentalmente, la necesidad de crédito a largo plazo y adecuado a las necesidades de las industrias.
El crédito
Si bien este es un punto de conflicto con los bancos, que aseguran que aumentaron los préstamos al sector privado, los industriales se quejan de que los mayores volúmenes están volcados al consumo.
De hecho, una de las líneas de acción entre la nueva cúpula de la UIA y la ministra Miceli pasa por recrear la idea de un banco de desarrollo. Claro que el problema no es sólo de crédito sino también de expectativas. La situación de los distintos rubros no es homogénea, y la lectura tampoco.
En la Fiar, mientras algunos empresarios, como la directiva de Inalpa, Maira Boglich, consideró que “el tipo de cambio permite compensar los aumentos de costos”, desde otras empresas, como el frigorífico Paladini, se quejaron porque “los acuerdos de precios provocan un recorte de los márgenes de rentabilidad” que no es sostenible a la hora de pensar en decisiones de inversión.
En Emhepac se registró la fuerte demanda de fierros para el sector manufacturero, que denota una corriente de inversión para ampliar la capacidad instalada y mejorar la productividad. En alguna medida eso permite recomponer la cadena de valor incrementando la producción de bienes de capital locales pero también incentiva las importaciones.
“El crecimiento a largo plazo sólo se logra con la acumulación de conocimiento tecnológico y capital productivo”, señaló Ceconi.
Aunque el gobierno y los economistas mantienen duras discusiones sobre la tasa actual de inversión, en el ámbito de las decisiones macroeconómicos se ven movimientos. El presidente de Microsoft, Gustavo Ripoll, cuando estuvo en Rosario para presentar el precoloquio de Idea, dio una aproximación: explicó que la facturación de la compañía en Argentina durante este año será récord, con 85 millones de dólares. Enfatizó que el 50% de los negocios de la empresa provienen de la demanda de las empresas.
Los sectores que están haciendo punta en el cambio de sistema operativo, dijo, son finanzas, petróleo y telecomunicaciones.
“Es clave que las empresas empiecen a pensar en la competitividad porque sin ella no se pueden aprovechar las variables macroeconómicas positivas”, dijo Jaime Abut, presidente regional de Idea, al señalar el tema del próximo precoloquio, que apuntará a la competividad desde lo micro.
Hay una razón también en esto, que fueron los cruces que tuvieron con el gobierno en las últimas ediciones.
El modelo K está lejos de agotarse y, de no mediar alguna catástrofe, todo parece indicar que esa percepción se traducirá en las urnas en las próximas elecciones presidenciales. Pero ese tránsito no está exento de conflictos que expresan la puja distributiva y discusiones ideológicas, sobre un escenario en el cual sigue siendo una materia pendiente la mejor distribución del ingreso.
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Superada la crisis las empresas pudieron crecer aprovechando capacidad ociosa. Hoy están al límte.
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