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 domingo, 03 de junio de 2007  
Opinión: Gatillo fácil, repetición incómoda

En las protestas del Fonavi de Rouillón y Seguí narradas en la página anterior fue insistente la referencia, en estos días, a la historia del policía Juan Marcelo Galmarini, que hace diez días ejecutó ante testigos a Pablo Espíndola. Los vecinos recordaban que este suboficial había estado preso por dos muertes previas. Era verdad. Una jueza llegó a procesarlo por los homicidios de Rubén Ortega y Esteban Cabral, en febrero de 2001, un caso denunciado como una doble ejecución sumaria, contado muchas veces por este diario. Más tarde un juez de sentencia lo absolvió por insuficiencia de pruebas.

   En ese episodio de 2001 Galmarini actuó junto a otro policía, Claudio Thedy, que también fue procesado por dos homicidios y absuelto. Seis meses antes de que Ortega y Cabral murieran acribillados Thedy había matado a David Juárez, un chico de 16 años, en Cavia y Sorrento, en otro episodio descripto como de gatillo fácil que tuvo un atormentado curso judicial.

   Ningún caso puede ser asimilado livianamente con otro como si fueran iguales. Pero igualmente liviano sería no advertir algo concreto: dos policías rosarinos acusados por episodios de gatillo fácil vuelven a matar. Y los dos habían sido absueltos por la Justicia de Rosario.

   Hace cuatro años, a uno de la muerte de Carlos Gauna, un chico abatido por un policía en Ludueña, varias personas que se sentían desoídas por los jueces formaron los Padres del Dolor. Denunciaban con empeño que en la Justicia era común un patrón: se menoscababan las pruebas que incriminaban a los policías y se valoraban los testimonios que los protegían. En octubre de ese año Santa Fe fue elegida por la Nación para lanzar el Programa Antiimpunidad, destinado a revisar el estado de las causas impunes y activar procesos dormidos. Luego la Cámara Penal obligó a reabrir la causa de Carlos Gauna porque el juez había ignorado evidencias. Y citó a los Padres del Dolor para asegurar que cada caso sería revisado, con lo que reconoció, como mínimo, que no había arbitrariedad en el reclamo.

   Es cierto, hay matices, no todas las conductas son equiparables. Pero hoy un barrio advierte y reitera que un policía absuelto hace un año por un caso de gatillo fácil volvió a matar. Ante testigos y de una forma alevosa. Apenas eso.
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