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 domingo, 03 de junio de 2007  
Los soldados mutilados no se retiran de Irak
Antes las FFAA los daban de baja, ahora los reincorporan luego de rehabilitarlos

Michelle Roberts (AP)

San Antonio, EEUU. — En el caos de humo y sangre después que una bomba estalló debajo de su vehículo blindado en Irak, el sargento Tawan Williamson miró su pierna desgarrada y supo que no se la podrían salvar. Pero su carrera militar no se detuvo allí.

   Menos de un año después del ataque, Williamson corre nuevamente con una pierna artificial de alta tecnología y piensa aceptar una nueva asignación, probablemente dentro de algunos meses, como asesor del ejército en Okinawa, Japón.

   En un giro radical del Pentágono, los militares estadounidenses están poniendo cada vez más amputados de nuevo en servicio activo, y en algunos casos hasta en combate.

   Williamson, de 30 años, que perdió la pierna izquierda por debajo de la rodilla y tres dedos del otro pie, admitió que algunos verán con escepticismo a un soldado mutilado en uniforme. “Pero dejo que mi tarea hable por sí misma”, dijo. “En este momento no tengo nada que demostrar. Quiero ir y hacer mi trabajo”.

   En el pasado, un soldado que perdía un miembro automáticamente recibía una rápida baja, un pago por incapacitación y una cita con la Administración de Veteranos.

Cambio de mentalidad. Pero desde el comienzo de la guerra de Irak, los militares han empezado a retener a los amputados, tratándolos en programas de rehabilitación como el que funciona aquí, en Fort Sam Houston, y prometiéndoles ayuda para volver al servicio activo si lo desean.

   “La mentalidad de nuestro ejército ha cambiado en la medida en que advertimos la importancia de todos nuestros soldados y lo que pueden contribuir a nuestro ejército. Alguien que pierde un miembro sigue siendo muy valioso”, dijo el teniente coronel Kevin Arata, un vocero del Comando de Recursos Humanos del ejército en el Pentágono.

   Además, a medida que los progresos en la medicina de combate han elevado las tasas de supervivencia de los heridos, las mejores prótesis y tratamientos han mejorado la capacidad de los amputados para recuperar su movilidad.

De regreso al frente. Hasta ahora, el ejército ha tratado a casi 600 efectivos que han regresado de Irak o Afganistán sin un brazo, una pierna, una mano o un pie. Treinta y uno han vuelto a servicio activo, y ninguno de los que ha pedido quedarse en el servicio ha sido dado de baja, reseñó Arata.

   A la mayoría de quienes retornan al servicio activo se les asignan tareas como instructor o trabajo de escritorio, lejos del combate. Sólo unos pocos —el ejército no lleva la cuenta exacta— han regresado a la zona de guerra, pero únicamente por su insistencia, aclaró Arata. Para volver al frente deben demostrar que pueden cumplir su tarea sin arriesgarse ellos mismos ni a sus compañeros.

   Un amputado que regresó a la zona de guerra en Irak, el mayor David Rozelle, está ayudando ahora a diseñar el programa para amputados en el centro médico Walter Reed en Washington. Ha contado otros siete amputados que han perdido al menos parte de una mano o un pie y han regresado al frente en Irak.

   El oficial de 34 años dijo que sintió el llamado del deber después de perder el pie derecho por la explosión de una mina terrestre en Irak. “Parece ridículo, pero uno se siente culpable de regresar a casa a salvo”, dijo. “Nuestro país libra una guerra. Sentí que tenía la responsabilidad de continuar como un líder en el ejército”.

De vuelta a patrullar. Rozelle comandó un escuadrón de caballería y condujo operaciones de reconocimiento al regresar amputado a Irak, tal como lo había hecho antes de la explosión. Otros amputados han vuelto al frente, desde efectivos de infantería hasta de las fuerzas especiales.

   Mark Heniser, que trabajó como terapeuta de la armada durante 23 años antes de incorporarse al programa de amputados en el Fort Sam Houston en 2005, dijo que tanto los militares como los heridos se benefician cuando los amputados son mantenidos en servicio activo: los militares retienen personal experimentado y los soldados pueden continuar sus carreras.

   El sargento Nathan Reed, que perdió la pierna derecha hace un año en la explosión de un cochebomba, tiene órdenes de presentarse en julio en Fort Knox, donde espera ser instructor. “No tenía dudas de que sería capaz de volver al servicio activo”, afirmó el soldado de 37 años.

   Pero no todos se recuperan tan rápidamente ni tan bien como Williamson, Reed y Rozelle. Algunos tienen heridas más graves o luchan más por reponerse tanto física como emocionalmente. Los soldados que pierden un miembro al comienzo de sus carreras tienen más probabilidades de querer irse. Los que han cumplido muchos años de servicio están más motivados para quedarse, dijo Heniser. Williamson no deseaba volver al combate, y no está claro si podría haber satisfecho los requisitos físicos para hacerlo.

   Los militares se proponían darlo de baja, pero apeló en la esperanza de llegar a ser instructor. El ejército dictaminó que eso sería demasiado exigente para Williamson —oficial de recursos humanos antes de ser enviado a Irak—, pero accedió a dejarlo regresar a servicio activo en otra tarea.

Correr sin piernas. Está recuperando su fuerza y equilibro en el nuevo “Centro para el Intrépido”, construido con un costo de 50 millones de dólares para rehabilitar a los militares amputados. Williamson, que había corrido carreras con vallas en la secundaria, corrió el mínimo de dos millas (3,2 kilómetros) para el ejército por primera vez a mediados de mayo con su pierna artificial.

   Se entrena cinco días por semana corriendo, levantando pesas y haciendo ejercicios en la pileta, y acaba de probar un dispositivo para mejorar su equilibro. “Podría quedarme aquí todo el día si me lo ordenasen”, afirmó Williamson. l

En internet: http://www.samhouston.army.mil/sites/local/
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En el centro Sam Houston, en Texas, dos soldados se empeñan en recuperarse pese a las traumáticas heridas sufridas en la guerra. No todos pueden reincorporarse al servicio activo.

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