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domingo,
20 de
mayo de
2007 |
Por algo es el puntero
Mauricio Tallone / Ovación
Newell’s tiene derecho a lamentarse por una derrota que no mereció. Aunque también debe saber que el fútbol pocas veces le hace lugar a las excepciones. Casi siempre vive de realidades. No en vano San Lorenzo es el equipo que más chances tiene de consagrarse campeón y Newell’s hace tiempo que quedó lejos de esa posibilidad.
Además, San Lorenzo no necesita ser superior a su rival para ganar un partido. De hecho ayer no lo fue. Su gran virtud es que siempre interpreta lo que le demanda el desarrollo. Se pone la coraza para desactivar los momentos adversos y nunca desaprovecha los favorables. Con eso le bastó para encadenar otro eslabón de su marcha triunfal hacia el título. Con eso le alcanzó para sacarse de encima a Newell’s. Y eso que el equipo conducido por Marini nunca lució carcomido por los nervios, siempre demostró que no le pesó la responsabilidad de la parte que le tocaba.
Queda como paradoja que Newell’s estuvo a un tris de consumar una gran victoria. De dar el gran campanazo de la fecha. Gozó de oportunidades para gritar la última palabra pero siempre encontró la figura de Orión. Y la ineficacia de los rojinegros. De movida se lo perdió Arrieta, luego Cejas y más tarde Cardozo. Para ese tiempo la zona de volantes rojinegros actuaba como un filtro bien coordinado. Entre Bernardello y Zapata les hacían sentir el rigor de la marca a Fernández, Rivero y Hirsig. Pero las veces que la Gata zafó de esa presión, San Lorenzo también tuvo oportunidades para definirlo antes. Fue cuando Silvera estrelló dos remates en los caños. En la primera recibió de Fernández y en la segunda se la robó a Ré, descargó en Lavezzi y sacó un disparo con rosca que se estrelló en el ángulo.
Todo el esmero plausible de Newell’s en el segundo tiempo para arrinconar a San Lorenzo se derrumbó con la atropellada de Méndez. Ahí se murieron las intenciones rojinegras. Poco importó que antes del gol Cejas desperdiciara una jugada en la que enfiló derechito hacia Orión y la tiró por arriba. Tampoco que Spolli se anticipara a Méndez y su cabezazo se fuera desviado. Ni que Arrieta completara un tarea flojita definiendo mal un yerro de Méndez.
Se aplaude que Newell’s siempre fue creyente de sus posibilidades. Hasta Marini llenó el hueco que le dejó la tempranera lesión de Bernardello por el ingreso de Matías Miramontes. El circuito ofensivo se dibujó con otro trazo. Es que Zapata y Husain ya no contaban con la compañía de una ayuda en la recuperación y el equipo se enfocó más animado hacia el ataque. Pero se nubló en la zona donde habitualmente se definen los partidos.
Ahí el que acertó fue San Lorenzo. Es cierto que Newell’s mereció otro reconocimiento. Pero el fútbol no reconoce potenciales. Siempre vive de realidades.
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