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 miércoles, 16 de mayo de 2007  
Reflexiones
El clima político en la UNR

Por Carlos Lorenzo (*)

A horas días de la asamblea universitaria que habrá de elegir al Rector y Vicerrector de la Universidad Nacional de Rosario para el período 2007-2011, en los pasillos de las facultades se desconocía aún el nombre de quien habrá de acompañar al decano Ricardo Silberstein en la fórmula que el socialismo presenta para intentar conducir la próxima gestión universitaria. Esta aparente omisión se explicaría en el enrarecimiento del clima político provocado por el activismo de grupos de izquierda a nivel nacional. Dado que Silberstein no parece tener posibilidades de ganar en la asamblea sin un fuerte apoyo de agrupaciones estudiantiles locales vinculadas al Partido Comunista Revolucionario y el Movimiento Socialista de los Trabajadores, los sectores tradicionalmente reformistas y comprometidos con la institucionalidad de la universidad habrían rehusado aportar un candidato a Vicerrector para su fórmula. Esta fracción del movimiento estudiantil rosarino participa en una estrategia nacional dirigida a introducir un componente de violencia social en el trayecto previo a las elecciones presidenciales del corriente año, como mecanismo para diferenciarse de quienes, también desde la izquierda, coinciden con las políticas de derechos humanos que sostiene el kirchnerismo.

Las agrupaciones estudiantiles impidieron el sábado 12 la elección de autoridades de la Universidad Nacional de La Plata con metodologías y consignas similares a las que en Rosario se vieron en las facultades de Ciencia Política, Humanidades y Ciencias Médicas. El socialismo viene trabajando desde hace más de un año una alianza táctica con ellos para poder mantener sus aspiraciones en la UNR, pero crecen las dudas sobre la posibilidad de mantener la gobernabilidad del Rectorado si se asumieran más compromisos con los militantes de izquierda. Como antecedente de cuidado está el acuerdo entre los estudiantes del Movimiento Nacional Reformista (MNR, Partido Socialista) y los de la izquierda para concurrir sin la Franja Morada al Congreso de la Federación Universitaria de Rosario, que resultó en la pérdida de la Presidencia para los reformistas en junio del año pasado.

Las mayores dificultades para sellar un acuerdo provienen sin embargo de las propias agrupaciones estudiantiles que tienen una marcada diferenciación interna. Mientras los estudiantes del ALDE (Alianza en Lucha por los Derechos Estudiantiles) estarían dispuestos a negociar el voto de sus asambleístas a cambio de una participación central en el potencial gabinete rectoral de Silberstien, como ya lo hicieron en la Facultad de Medicina, el resto de las agrupaciones sostienen opiniones diferentes. Por un lado están quienes sólo levantarían su abstención para la postulación de un tercer candidato a Rector surgido de los sectores de izquierda con fuerte tradición académica. Por el otro, las fracciones más radicalizadas proponen lisa y llanamente el boicot a la asamblea para impedir la elección de cualquiera de los candidatos presentados.

El avance de la escalada de violencia que se está instalando en el resto del país alienta a estos grupos a profundizar su lucha y tanto el actual decano de Derecho, como el socialismo, ven en ello la posibilidad de mantener la especulación abierta mediante una postergación de la asamblea. Sin embargo, Silberstein es visualizado por los estudiantes como un profesional históricamente ligado a la representación de grandes empresas y corporaciones económicas más que a la política universitaria. El debate que esto genera entre el ALDE y el resto de la militancia estudiantil debería cerrarse en una asamblea de los grupos de izquierda, en la Facultad de Derecho. En la especulación de los estrategas del decano de esa facultad, un boicot a la asamblea universitaria, con piquetes que impidan lograr el quórum necesario para sesionar, podría ayudar a disimular las demoras en encontrar un compañero de fórmula. Se espera encontrar uno que aporte los votos necesarios para mantener tanto las aspiraciones de Silberstein a conducir el Rectorado, como del socialismo a ocultar su derrota. Desde el socialismo esperan que esos votos los traiga el ALDE, pero se sabe que los mecanismos sostenidos por la gestión del decano para el cursado a la carrera de abogacía –el denominado “mérito académico”- son considerados fuertemente restrictivos e inaceptables para la mayoría de las agrupaciones estudiantiles. Pesa sobre dicho proceso, además, una sombra de dudas respecto a la vulnerabilidad de los sistemas de control, que habrían permitido a la agrupación estudiantil creada y sostenida por el gabinete del decano, digitar el acceso a cursos regulares a cambio de favores políticos. Con estos ingredientes, se espera que la reunión de los sectores de izquierda sea escenario de un tenso debate con un pronóstico impredecible.

(*) Ex decano de la Facultad de Derecho.


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