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domingo,
06 de
mayo de
2007 |
Quería ser odontóloga, pero no pudo
Analía Nominatti (47 años) vino a Los Angeles con su madre un mes antes de la guerra de Malvinas: "Todavía no se vislumbraba nada de la guerra", aclara. Pero ya se habían adelantado su entonces novio y actual esposo, Freddy, y su hermano para conseguir trabajo.
Su padre, de oficio tornero, quien también emigró, se quedó en Arroyito un tiempo más vendiendo lo último que les quedaba.
"Mi barrio era Arroyito pero soy de Newell's", remarcó.
La idea de la familia Nominati era ir a EEUU y no volver, y así fue. "Nuestro problema en Argentina era económico, pese a que mis padres tenían trabajo por aquel entonces. Yo estaba en tercer año de odontología, con calificaciones sobresalientes, y no podían comprar los instrumentos. Esa es la parte que mas me dolió; todavía miro la libreta universitaria y me dan ganas de llorar", expresó.
Analía y su familia (tiene un hijo de 21 años que está a punto de graduarse de abogado) gozan de un buen pasar. Les falta poco para terminar de pagar su casa que compraron hace 25 años (en el sur de California un inmueble de 250 metros cuadrados cuesta unos 500 mil dólares). "Mi madre tenía 47 y mi padre, que falleció acá en 1994, tenía 51 años cuando llegaron. Los dos pudieron rehacer su vida laboral y pusieron un negocio de vitaminas naturales. Ellos se vinieron por nosotros", se sincera Analía justificando el motivo de haberse quedado.
A ella tampoco le fue difícil encontrar trabajo. Casi desde que llegó a Los Angeles trabaja en una compañía de viajes y seguros de un argentino. "Comencé en el 85 a vender seguros de auto ,casas y comerciale", explicó. Ahora ella está a cargo de la sucursal de la compañía ubicada en el valle de San Fernando.
Sin embargo, aclaró que no puede integrarse por completo a la cultura de Estados Unidos. "Nunca voy a acostumbrarme a cenar a las 5 de la tarde o a desayunar huevos con tocino", afirmó.
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