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viernes,
04 de
mayo de
2007 |
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Charlas en el Café del Bajo
-Dice el profesor Santos Jesús Fior en un mail que nos ha enviado: "En medio de la confusión por los distintos planteos de esta posmodernidad, no logro ver que hagamos centro en el verdadero objetivo que sería atender al ser humano «concreto», como vino el primer humanista a enseñarnos hace más de 2.000 años. ¡Qué bueno sería un comentario suyo sobre esta cuestión del laicismo! Un abrazo y feliz día del trabajador".
-En algunas oportunidades hemos considerado este tema, aun cuando es probable que con otros nombres y enfoques no específicos. El profesor nos adjunta unos conceptos de Rafael Navarro Valls, profesor y secretario general de la Universidad Complutense de Madrid. Desde luego, los comentarios del catedrático (que no se trata de Joaquín, quien transformó al Vaticano en materia de comunicación social a partir de Juan Pablo II) son interesantes.
-Dice Navarro Valls que el propósito del nuevo laicismo radical es "desencadenar un proceso de nuevo fundamentalismo, esta vez orientado a una purificación social, que arroja los valores morales o religiosos fuera del ámbito de lo público". Añade: "La característica más sorprendente del nuevo laicismo radical es su tendencia a sustituir la vieja teocracia por ideocracias», calificando estás últimas como «religiones incompletas»". Para Navarro Valls, "las arremetidas del laicismo tienen además un efecto negativo en el tejido social que comienza a debilitarse con el chantaje de lo políticamente correcto". Según el catedrático, se crea así "una especie de temor, por parte de las Iglesias y de sus adeptos a entrar en el juego de la libre concurrencia de las ideas y los valores morales» y se trata de presentar «una religiosidad light dispuesta a transigir en sus creencias»". De este modo, "ciudadanos sólidamente religiosos que podrían aportar muchas cosas al torrente circulatorio de la sociedad quedan marginados de la vida político y socia".
-Es un tema interesante, complejo, profundo y con diversas facetas. ¿Cuál considerar? En primer lugar coincido con el catedrático español en que existe un laicismo radical que procura por todos los medios, en el mundo y también en nuestro país, arremeter contra todo principio de religiosidad. Hay también un temor, es cierto, de las religiones y de muchos de sus pensadores laicos, a adoptar acciones comprometidas y contundentes. Y no es menos cierto que estos pensadores no son considerados por el establishment laicista antirreligioso para participar en la función u orden político, con lo cual la sociedad pierde valores a veces muy importantes que contribuirían al bien común y a la paz del ser humano en el plano individual. ¿Pero hemos de responsabilizar por esta realidad al laicismo radical o fundamentalista y hemos de aceptar sin más la teoría del "temor" religioso? Pues yo opino que no. En primer lugar sostengo que el laicismo, en cuanto respete la libertad del ser humano en materia de culto, puede ser enriquecedor, el problema es el laicismo fundamentalista. Pero vuelvo a preguntar: ¿Este laicismo intransigente es único responsable de la separación del valor religioso? Mañana mi respuesta y mi reflexión.
Candi II
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