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 domingo, 29 de abril de 2007  
Debate tras el relevo de los 35 efectivos de la ex Drogas

Hernán Lascano / La Capital

Ni la forma ni la ocasión elegidas por Jorge Obeid convierten al relevo de los 35 efectivos de la ex Drogas Peligrosas de Rosario en un recambio rutinario. Primero porque ocurre luego de que una jueza federal que se dedica hace 30 años a investigar el mundo del narcotráfico hiciera rotundas descripciones sobre la corrupción policial. Pero además porque al ser él quien hiciera el viernes el anuncio, el gobernador quitó carácter administrativo a la medida para darle una pátina deliberadamente política.

Es una jugada fuerte. Que la conducción política produzca cambios en la policía que gobierna es del todo legítimo. La empatía que ganó en la opinión pública la jueza Laura Cosidoy con sus denuncias -cuánto hay de rigor o de probado acerca del mundo que describen es otro punto- dejaba al gobierno mal colocado si no adoptaba una medida para recuperar la iniciativa. Por eso es Obeid el que asume con elocuencia y personalmente el planteo contra el narcotráfico y advierte que nadie de su entorno tiene inmunidad en esa lucha.


El costo
Pero si bien recobra protagonismo en el debate su anuncio estuvo ayer en todos los medios nacionales lo hace a costa de un precio que desconoce En principio porque corre a todos los policías de la ex Drogas sin que ninguno tenga imputación administrativa ni judicial El gobernador explicitó que los que se iban no tenían sospechas y evitó dar una lista de nombres Pero al mismo tiempo dijo que serían reemplazados por personal no contaminado Lo que revolvió en ellos la sensación de injusticia

Ayer fueron varios los policías que, por ello, dijeron sentir "desazón y desamparo". Contra lo planteado por Obeid, aseguraron que la formación y experiencia en materia antidroga del personal entrante, excepto el nuevo jefe, equivale a cero. Sostuvieron que eso es un beneficio precioso para los narcos aunque, en palabras de Cosidoy, esa ventaja hoy ya la tienen. Un experimentado hombre de la ex Drogas refutó eso con fastidio alegando que ellos son meras herramientas del Poder Judicial. "¿Cómo es esto de que la Justicia federal cuestiona a la policía si nosotros actuamos por mandato y bajo control de ellos?", pregunta.

Hasta ironiza sobre la desconfianza de algunos funcionarios judiciales que dicen preferir fuerzas de seguridad nacionales antes que la policía provincial para operativos complejos. "¿Cambió mucho la lucha contra el tráfico en Rosario con Gendarmería o Prefectura?", dice.


Tras el ruido
.Impacto sí el relevo tuvo ¿ Tendrá eficacia Lo que fue motivo de reproche más que nombres han sido prácticas El gobierno dice moverse con la creación de un ámbito de reunión con los fiscales federales en el sentido de desterrar las trabas burocráticas y los ilícitos Pero la crítica formulada hacia policías tampoco unánime entre los jueces federales es por vicios graves y estructurales iniciar causas sin orden ni contralor judicial carecer de método de investigación apuntar mucho a proveedores marginales y poco a grandes traficantes extorsionar para no incriminar

La gran pregunta es si el enroque masivo de nombres del viernes conduce a erradicar esas prácticas que se ventilan de manera rutinaria, no exótica, en los juicios orales que se hacen en Oroño al 900. Porque para los espectadores críticos no es cuestión de manzanas: el problema está en el cajón.


Disonancias
También hay que remarcar que no todas han sido recriminaciones a la acción policial Otmar Paulucci que es compañero del mismo tribunal de Cosidoy dice que cada vez que detectó una irregularidad la mandó a investigar Pero que ha trabajado en Rosario con brigadas operativas y de inteligencia excelentes

Sea como sea hay algo manifiesto: el tráfico de drogas se ve, a la provincia llegan avionetas, por tribunales pasan perejiles y ni remotamente un policía de conducta anómala tiene condena. Por eso el discurso de que no se puede hablar sin pruebas, legalmente inobjetable, es políticamente defectuoso. Porque conduce a un callejón cerrado: no hablar hasta el momento de conseguir una redonda evidencia permite que las cosas sigan como están.

De ahí que el discurso de Cosidoy haya impactado: la jueza describe una realidad que la mayoría intuye o conoce, aunque esa mayoría ignora con qué pruebas habla. Y también de ahí que el gobierno, pese a estar seguro de que no las tiene, haya tenido que mostrar algo resonante. Un cambio de personal puede ser el primer paso para advertir, hacia afuera y hacia adentro, vocación de cambiar. Que sea igualmente el primer paso de una transformación es algo que aún no puede saberse. l
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