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domingo,
29 de
abril de
2007 |
Imágenes del novecientos
En 1902, un empresario porteño no tuvo mejor idea que emplear a media docena de muchachas para que oficiaran como lustrabotas, y las típicas críticas moralistas de la prensa no se hicieron esperar. Rápidamente los clientes pasaron a ser unos “degenerados” y las jóvenes unas prostitutas en potencia: “¿Cómo puede haber hombres capaces de ver a una mujer a sus pies ocupada en semejante tarea? Las muchachas hasta ahora son lo que son, ¿pero quién sabe lo que podrían llegar a ser? La policía debe tomar nota de esto”, dijeron.
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En 1902, un empresario porteño no tuvo mejor idea que emplear a media docena de muchachas para que oficiaran como lustrabotas...
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