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 domingo, 29 de abril de 2007  
Doulas: contención emocional para un parto respetado

Clarisa Ercolano / La Capital

La vida de una mujer ya no es la misma después de la maternidad. Pero de acuerdo a las condiciones y circunstancias en que se desarrollen el parto y la gestación, la experiencia puede llegar a ser maravillosa o frustrante. En el marco de la Semana Mundial del Parto Respetado que se conmemora en todo el mundo del 7 al 14 de mayo, Sandra Dolce y Mariana Fallotico, decidieron promover y difundir la tarea que desde que fueron madres, vienen desarrollando. Sandra y Mariana son doulas, mujeres que ya han tenido sus hijos y se ponen al servicio de otras mujeres que van a parir, acompañándolas durante el embarazo, el parto y el puerperio.

Las doulas (que en griego antiguo significa mujer que sirve), se enfocan en el aspecto emocional, el bienestar y las necesidades de la mujer que está por parir. Pero ese acompañamiento no se limita a una forma determinada de parto sino a la compañía que requiere la mujer, para que esta experiencia sea recordada y vivida de la mejor manera, tanto por ella como por el bebé.

   Tanto Mariana como Sandra creyeron conveniente recordar que a lo largo de la historia, las mujeres acudieron a una comadrona o partera que gracias a sus conocimientos y experiencia podían asistirlas. Basándose en estas experiencias, decidieron empezar con esta experiencia en sus propios partos, capacitándose en cursos y talleres para desempeñarse como doulas. “Tiene relación con lo que es el parto respetado, corriéndose de la rutina de lo que hoy es un alumbramiento en un sanatorio”.

   “Pedíamos modificar algunas rutinas que están incorporadas y con las cuales no estábamos de acuerdo, como por ejemplo poner a la mujer en una silla de ruedas, aplicarle oxitocina y hacerle una episectomía o una cesárea de rutina”, afirman las mujeres.

   Lo que hace un tiempo empezó como la ayuda entre dos madres que se encontraron en una sala de espera con el objetivo de lograr mayor respeto de los tiempos para sus hijos y para ellas, hoy se transformó en una suerte de cruzada que busca disminuir al menos en un momento tan crucial como el parto, el apuro constante de la sociedad actual.

Sin apuro

“Notábamos el apuro, la necesidad de que el bebé nazca rápido”, confesaron. Y así se decidieron a hablar con los profesionales. “Queríamos evitar prácticas que ya estaban instaladas, y logramos, por ejemplo, que no nos separen inmediatamente de nuestros hijos y les realicen la gran mayoría de los controles natales cerca nuestro”.

   Sandra y Mariana cuentan que decidieron cambiar la expresión de parto humanizado por la de parto respetado. “Los profesionales médicos se enojaban y nos decían que ellos no eran inhumanos”, contaron.

Mala experiencia

Muchas son las mujeres que por una mala experiencia nunca más quisieron volver a tener hijos, sin embargo, estas mujeres aseguran que el aprendizaje de las doulas viene desde lo empírico. “Esto no es una carrera; el requisito primordial es haber sido madre, porque el concepto es acompañar y asistir y no intervenir en el proceso del parto. La doula sólo protege el ambiente donde se desarrolla”.

   Si bien la mujer puede contactarse con una doula en cualquier momento del embarazo, lo ideal es que esta compañía se inicie en el comienzo de la gestación y que se extienda inclusive después del parto.

   Una doula ayuda a que la mujer realice su trabajo de parto en las mejores condiciones, logrando además que en ese instante, sea la parte primitiva del cerebro la que trabaje, en lugar de la parte pensante. “Está probado que ciertos factores, como una luz fuerte,o el lenguaje o el sentirse observada, no permiten la relajación y dificultan la segregación de las hormonas que se requieren durante el trabajo de parto”, dicen Mariana y Sandra. “Que venga una enfermera a preguntarte tu nombre o el grupo sanguíneo en ese momento dificultan la concentración, de eso entonces se encarga la doula”, agregan.

   Ambas tienen pensado presentar proyectos que prevean la incorporación de doulas en centros de salud públicos y privados. “Queremos que la madre conozca y luego decida”, afirman finalmente.
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