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domingo,
29 de
abril de
2007 |
Yo creo: "La fiebre de la bestia y el coelacanto"
José Luis Cavazza / Escenario
Editar un álbum en Rosario siempre es una noticia que sorprende. Pasa más o menos lo mismo cuando se publica un libro. El lanzamiento de dos discos en la misma semana ya es una sorpresa doble y si encima esos trabajos tienen la calidad de edición y el plus creativo con que cuentan los CDs de El Regreso del Coelacanto y Los Sucesores de la Bestia, la cuestión se vuelve casi milagrosa. Son discos muy distintos. "Bailen giles" de El Regreso es una especie de fiesta de colectividades. Ritmos folclóricos con pulso rockero, de cuerdas acústicas y violas saturadas, de un puñado de canciones, de acordeones a lo "pizza, birra, faso" y también de "tiempos de gitano". Fiesteros y, al mismo tiempo, líricamente tragicómicos. Seguramente habrá algún precio que pagar por tanto eclecticismo. Ellos sabrán. Pero a quién le importa ese sentido mestizo cuando la música brilla febril y sincera. "Promesas, mentiras y café" se parece a un disco grabado en un sauna por un grupo de músicos negros. Exuda sensualidad y altas temperaturas corporales. Esos bajos marcados a fuego y esas estocadas de guitarra que entran y salen sensibles y casi fútiles. Como pasa con los discos de Fun Lovin' Criminals dan ganas de escucharlo en un atardecer de sol rojo cayendo sobre el mar, con un martini entre los dedos y una piel sedosa bajo la otra mano. ¿Algo puede unir estos dos discos? Sí, la música de Los Lobos, porque la banda californiana son muchas bandas al mismo tiempo. La latina y fiestera, y el funk profundo y denso. El disco de El Regreso tiene que ver con ese lado festivo e híbrido de Los Lobos, y el CD de Los Sucesores, con esa modorra negra y funky. Otro hilo que los atraviesa es la fiebre. Diferentes estados febriles. Uno, fiebre de tanto saltar, putear en voz alta o danzar alrededor de una quema; el otro, fiebre de siesta aletargada, de 40 grados a la sombra y 90 de humedad; de pieles goteando agua y sexo. Creo que de esto se trata el Coelacanto y la Bestia.
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