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domingo,
29 de
abril de
2007 |
"Otras formas de nazismo"
Me siento profunda y emotivamente consustanciado con el artículo "Otras formas de nazismo", del pasado domingo firmado por Carlos Duclós. Y quiero añadir: cada acontecimiento atroz en el mundo está precedido de un pensamiento. Si ese pensamiento se gesta en una mente cruel y diabólica que domina la razón, la conciencia y la voluntad de las masas, el peligro de la humanidad es impredecible. Está claro que callar distintas formas de atrocidades que jalona los siglos y que han condicionado y limitado el inalienable derecho a la vida, no sentir que aquellas respiran a nuestro lado por medio de execrables intrigas y menospreciar el avance de nefastos totalitarismos a futuro, sería una negación al compromiso que deberíamos asumir en función de nuestra racionalidad. Las mentes enfermizas que pueblan el mundo y que desprecian la vida de sus semejantes como la de sí mismos están empeñadas en limitar la capacidad de pensar de aquellos elegidos por Dios para impedir que la especie humana _divina e irrepetible_ transite en armonía junto a las bellezas de la creación. Al ser humano se lo distrae, se lo confunde por poder, ambiciones y apetencias inmorales en todos los ámbitos de la sociedad. Hoy es presa fácil de trivialidades e intrascendencias montadas para ese fin que nada tiene que ver con el valor de la vida y su fugacidad, pero ¿cómo podríamos comprender el valor y el sentido de la vida si aún no nos hemos comprendido a nosotros mismos? Nos falta diálogo con nuestro interior, asumir nuestros errores y pecados para ir al encuentro de una transformación genética-moral que fructifique en generaciones venideras. Las tragedias que han acabado impiadosamente con la vida de millones de seres humanos de cualquier raza o religión suelen estigmatizarse en la frialdad de una cifra que perpetúa el número de víctimas, pero acaso alguna vez se pensó que uno sólo de aquellos seres que fueron vejados con sarcasmos podría haber sido un enviado por Dios para desterrar el mal que aflige a la Humanidad? ¿Acaso Buda, Ghandi y la Madre Teresa no existieron? No olvidemos lo que hemos leído tantas veces: "Hoy en la vida, es demasiado tarde".
Mario A. Torrisi.
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