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miércoles,
25 de
abril de
2007 |
Viajeros del Tiempo ©
Rosario 1905/1910
Por Guillermo Zinni / La Capital
Amores desgraciados. Un tal José García, muy conocido en su casa sólo a la hora de comer, proyectó raptar a una jovencita de 13 años, hija de don José Castelli, que vive en la calle Independencia(*) 1460, y con la que tenía relaciones amorosas a juzgar por lo que se deduce de la correspondencia que había entre ellos. El rapto debía verificarse antenoche a las once; como quien dice, entre gallos y medianoche. Pero enterado de antemano el padre de la niña precoz de lo que iba a suceder, y como no le supo a almendras dulces ni mucho menos, decidió desbaratar la cuestión poniendo en antecedentes al señor Rosas, comisario de la sección 5a., quien envió al inspector R. Villa y al agente Santos Bustos para que se apostaran en el interior del domicilio citado y dieran caza al supradicho García apenas traspusiese los límites de la propiedad del ofendido progenitor. Y así fue: a las once en punto de la noche apareció el Don Juan, saltó las tapias y... cayó en los brazos de la autoridad. Poco después, García era conducido sin misericordia a la comisaría acusado de violación de domicilio y de intento de rapto de una menor, mientras el objeto de sus desvelos sollozaba entre las sábanas a donde había ido a parar luego de unos azotitos aplicados por mano paterna en carácter de correctivo por la intrépida aventura. (*) Luego Presidente Roca.
Potrillo monstruo. En el establecimiento “La Laurentina”, en la Pampa Central, nació un potrillo que es todo un caso de monstruosidad y que murió a los pocos días. Tenía la mandíbula superior en extremo reducida, tanto que no alcanzaba a medir ni la mitad de la inferior, y en el hueso frontal aparecía una cavidad central que parecía corresponder a un ojo ciclópeo.
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