Las desventuras del Martín Fierro seducen y divierten aun a los más chicos

En un encuentro organizado por La Capital unos mil alumnos se acercaron al texto de Hernández

Más de mil chicos participaron en el teatro El Círculo de una propuesta lúdica teatral basada en el libro de Alejandro Spiegel y Sergio Saposnic "Los chicos y el Martín Fierro. Historias para leer y pensar". La obra, en líneas generales, propone acercarse al clásico de José Hernández. La actividad -gratuita- fue organizada por el Programa "El diario en el aula" de La Capital y Homo Sapiens Ediciones, y convocó a escuelas públicas y privadas, de Rosario, Villa Gobernador Gálvez y Zavalla.

La actividad que se desarrolló el lunes pasado tuvo como meta la promoción de la lectura desde el teatro. Protagonizada por dos actores de Buenos Aires, Mirna Serra y Nicolás Belisario, la puesta en escena se fue dando a través de la historia de un gaucho que perdió la memoria.

Juegos de palabras, mates, gauchos y payadas funcionaron como una invitación constante a aproximarse a un texto que muchas veces se muestra como solemne o inalcanzable para los más chicos.

"¿Qué es una vigüela?", "¿y una pulpería?", "¿qué significa la frase matar los piojos?" Preguntaron en distintos pasajes los actores, salidos por momentos de sus personajes, al público que oscilaba entre los 9 y los 13 años. Más tarde bajarían del escenario para mezclarse con los chicos y entablar diálogos más cercanos.

"Estuvo buenísimo", dijo un grupo de alumnos de la Escuela N º 86 de Rosario, cuando emprendían el regreso; además de contar que ya estaban incursionando en la obra de Hernández con la bibliotecaria de la escuela. Un grupo de nenas del Colegio Nuestra Señora de Pompeya también respondió en igual sentido.

La actividad además sirvió para promover la solidaridad con las escuelas afectadas por el temporal de lluvia, ya que cada alumno que participó donó útiles escolares. La permanente referencia a imágenes, textos y canciones que hicieron los actores resultaron promotoras de la lectura en el más amplio sentido, y en este caso en particular, no de cualquier libro, sino del Martín Fierro.

La obra cerró con una chacarera, a la que sin temor se sumaron a bailar un buen grupo de alumnos y hasta algunas maestras; el resto acompañó con el ruido de palmas, hasta convertirse en un verdadero encuentro folclórico.