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domingo,
15 de
abril de
2007 |
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Café del Bajo
-Todos saben que en muchas oportunidades aquí hablamos de Dios, un Dios vinculado al destino del ser humano en el orden temporal. Hoy voy a hablar de alquileres y de Dios. ¿Extraño no?
-Adelante, Candi, exprésese.
-Hay un pensamiento hermoso de Israel Zangwill, un escritor inglés, que dice así: "El egoísmo es el único ateísmo verdadero; el anhelo y el desinterés, la única religión verdadera". Desde el punto de vista estrictamente teológico, ello supone decir que toda aquella religión que pregona el amor al prójimo es la religión verdadera. Y quien ama al prójimo no puede sino amar primero a Dios. Lamentablemente, debemos decir que hay en nuestro país hoy innumerables ateos, aun cuando digan ser creyentes. Es esa clase de ateísmo verdaderamente execrable, que se caracteriza por el rito del culto al ídolo del egoísmo, de la mezquindad, del pensar en sí mismo, pero jamás en el prójimo. Es el ateísmo de la avivada, de la viveza criolla, del "me salvo yo y el otro que se jorobe".
-Vaya al punto.
-El punto es que todos sabemos que hay tres argentinas: la Argentina de los que pueden y son beneficiarios del repunte económico; la de los que hacen peripecias para sobrevivir y la de aquellos que ni aún las peripecias los salvan. Por estos días he estado prestando atención a los precios de los alquileres. Me he espantado y me he puesto en el lugar de aquellas personas que necesitan alquilar una vivienda y sus sueldos no alcanzan los 1.000 pesos. Llegan a pedir por departamentos de un dormitorio hasta 900 pesos. Y cualquier departamentito de poca monta no se ofrece, por lo general, a un precio menor a los 600 pesos más los gastos comunes. He sido testigo, además, de cómo a una familia que no podía pagar lo que el propietario de la vivienda requería la echaron como a perros, no renovándoles el contrato. Y he concluido, señoras y señores, en que el mercado inmobiliario hoy está al servicio de la clase de argentinos que pueden. Y no quiero cometer la torpeza de escribir palabras inadecuadas, que suenen a discriminación o a resentimiento o reproche, por eso me abstengo de enumerar quienes son los argentinos que pueden y que pueden alquilar a cualquier precio y levantar edificios para invertir su dinero. Pero no puedo menos que preguntarme: ¿Y qué destino le concedemos señoras y señores, a los que no pueden, a esos que ganan 900 pesos por mes y una parte del sueldo se las pagan en papeles (tickets) y la otra cuando al patrón se le ocurra?
-Yo comprendo y acepto que el propietario tiene derecho a su digna renta, pero ¿y el derecho al cobijo? Leo a Zangwill y digo para mí y para quien me quiere escuchar: ¡Cuántos ateos! Y recuerdo por último lo estampado a fuego en el Pentateuco, puntualmente en el Levítico: "No oprimirás a tu prójimo". Reglas olvidadas, como de hecho se ha olvidado a su autor. Sólo las siguen, como corresponde y no de palabra, algunos que, para colmo, a veces son considerados locos o estúpidos. ¡Digna locura!
Candi II |
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¿Cree que hay que prohibir en Rosario la tenencia de perros de razas potencialmente peligrosas?
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"Resulta difícil imaginarse a Néstor Kirchner tejiendo calcetines en su casa".
Vicente Massot
Periodista y analista político
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