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domingo,
08 de
abril de
2007 |
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Café del Bajo
-Con motivo de esta Pascua, el padre Angel Martínez Sagasti nos ha enviado una reflexión que queremos compartir con todos. Dice así: "Los cristianos celebramos la resurrección de Jesucristo como la realidad central de nuestra fe. ¿Qué significa este hecho? Significa que la resurrección es algo real y a la vez objeto de fe, de tal modo que no habría cristianismo sin la resurrección de Jesús. Cuando San Pablo recibe noticias de que algunos de los cristianos de Corinto niegan la resurrección de los muertos, les escribe una carta diciendo que si no hay resurrección entonces tampoco Cristo ha resucitado y "si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe, todavía estáis en vuestros pecados. E incluso los que han muerto en Cristo perecieron. Y si tenemos puesta la esperanza en Cristo sólo para esta vida, somos los más miserables de los hombres. Conviene señalar, por lo tanto, que la resurrección de Cristo es un hecho cierto que un historiador, con independencia de que tenga fe o no, puede corroborar como algo que sucedió realmente. Las fuentes históricas que tratan sobre la vida de Jesús afirman, directa o indirectamente, que Jesús murió, que su cuerpo desapareció del sepulcro en el que había sido enterrado, que 'l mismo fue visto después en persona, en varias ocasiones, por un grupo significativo de discípulos que hablaron con 'l, que incluso lo tocaron y pudieron comprobar que no era un fantasma, sino que tenía el mismo cuerpo de antes, con las señales de las heridas que recibió en la crucifixión. Lógicamente, un acontecimiento tan sorprendente interpela a una persona de buena voluntad a preguntarse quien es ese hombre, qué conciencia tenía de su identidad y cómo fue su vida. Este acontecimiento tan insólito despierta todo tipo de reacciones, desde el escepticismo hasta la adhesión, desde la curiosidad hasta el convencimiento de que realmente es el Hijo de Dios, como afirmaba de sí mismo.
-Por otro lado, la resurrección es objeto de fe, entendida en sentido sobrenatural. Esta fe lleva a creer que Jesús es Dios y que la resurrección fue por su propia virtud. Una resurrección que no supuso volver a la misma vida mortal anterior, como había vuelto Lázaro cuando Jesús lo resucitó. La fe supone creer que el mismo cuerpo de Jesús, que fue sepultado, se transformó, al unirse de nuevo al alma, en cuerpo glorioso, un cuerpo que ponía de manifiesto una plenitud de vida propia de Dios, un estado de bienaventuranza y de paz inimaginable; es decir, una participación de la naturaleza humana de Cristo en la Vida divina de un modo definitivo, eterno. También nuestra fe significa creer que nosotros resucitaremos, al final de los tiempos, del mismo modo que 'l, por obra de su propio poder. Lo afirma San Pablo a los cristianos de Corinto: "Así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados". Para los creyentes, Cristo no es una figura que pasó, que ya no tiene relación con nosotros. Como señala San Josemaría Escrivá: "Cristo vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia (...): en 'l lo encontramos todo; fuera de 'l nuestra vida queda vacía". El cristianismo no es un código de preceptos y prohibiciones; no es algo negativo. Es el seguimiento de una persona, Jesucristo, que vive y nos ama apasionadamente, que desea hacernos partícipes de su felicidad mediante un trato de intimidad y amistad con cada uno". |
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