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 sábado, 07 de abril de 2007  
La vuelta a clase tras el temporal trae solidaridad y asistencia
Los docentes hablan de la necesidad de sumar contenidos más significativos y compromiso social

Con clases más significativas, asistencia y mucha contención los docentes y directivos se preparan para recibir de a poco a los alumnos afectados por el temporal en las aulas. Es que si bien la semana pasada la mayoría de las escuelas santafesinas retomaron su trabajo, para una buena parte aún queda mucho por enfrentar.

Una vez más el temporal dejó a la vista en qué condiciones edilicias funcionan muchos establecimientos, pero quizás lo más grave sea mostrar la precariedad en que viven y aprenden muchos de sus alumnos. Un caso paradigmático de estos reclamos de infraestructura es el del Complejo Educativo Gurruchaga, que durante toda la semana movilizó a los padres y estudiantes.

Ya sea por los problemas edilicios, por recibir evacuados (como ocurre en la capital provincial) o bien por contener el retorno a las aulas de los chicos afectados por el temporal, el gremio de los docentes, Amsafé provincial, solicitó al Ministerio de Educación de Santa Fe que declare la “emergencia educativa”.

En el medio, cada escuela y maestros armaron sus propias estrategias para hacerle frente a la realidad. “Recolectamos ropa, zapatillas especialmente, para nuestros chicos”, dice María Alejandra Bustamante, docente de preescolar de la Escuela Nº 1.095 Luis Chorroarín, al tiempo que entrega la ayuda a un grupo de mamás. Sabe bien de qué se trata estar afectada por el agua, en el 86 vivía en Ludueña, una zona golpeada por la inundación.

Junto a la maestra de la escuela de barrio Fanta, de México y Junín, trabajaron otras. “Esta es una realidad muy dura, muchos de nuestros alumnos fueron evacuados de sus hogares y de poco están volviendo”, dice Laura Narvaiz, directora de la 1.095, para acentuar el compromiso que tienen con la comunidad.

El miércoles pasado la escuela mantenía sus puertas abiertas, para atender a los padres y recibir a los chicos en el comedor, pero no dictaba clases. “Hubo flitraciones de agua en los techos y las paredes de varios salones están electrificadas”, dice la directora. De hecho, y por indicación del área de Construcciones Escolares de la Regional VI de Educación, se cerraron cuatro aulas que no eran seguras.

”Ahora nos prometieron atender los arreglos edilicios, pero nuestra duda es la de siempre: qué pasará cuando llueva nuevamente”, advierte la directora. Y sin proponérselo, pone en la agenda del debate una incertidumbre compartida por muchos establecimientos sobre el estado real de las aulas.

La ayuda. Al tiempo que la directora conversa con La Capital, Norma, la ecónoma del comedor que funciona en la escuela, organiza a los chicos para que coman de la mejor manera. Y así se los ve: sentados entre amigos, compartiendo el almuerzo en pequeños grupos.

“A mi casa se acercaba el agua, pero no alcanzó a llegar adentro”, dice Agustín de 2º año de la EGB abriendo grande los ojos. Muy cerquita se sienta Cristian que recuerda que se le mojó toda la ropa y en otro extremo Mauro, Damián, Franco, Lucas y Daniel, que aseguran no haber sido afectados de lleno por el temporal.

Igual en los testimonios de las mamás se conoce que la lluvia no pasó sin dejar marcas. María, una mamá de tres alumnos de la escuela, recuerda que “el agua no entró a la casa, pero sí alcanzó para mojar toda la ropa”.

Rosa, la mamá de Ludmila de 2º año de la EGB, no tuvo mejor suerte, por eso ahora reconoce la ayuda que le brinda la escuela y lo hace sin ahorrar palabras de reconocimiento, y con sentidas críticas: “Estoy agradecida con las maestras y las felicito, porque los políticos sólo se acercan a pedir votos, en cambio ellas están dando todo por nosotros, haciendo lo que otros no hacen”.


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María Alejandra, maestra de una escuela de barrio Fanta.

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