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| miércoles,
07 de
marzo de
2007 |
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Charlas en el Café del Bajo
-Dice el psicólogo Hernán Kelman en su carta: "El objetivo de la psicoterapia, al menos como la concibo, no es quedarse en el simple responsabilizar o culpar a otros de nuestro accionar y nuestro vivenciar, sino poder desde allí comprender lo complejo de los vínculos afectivos, especialmente de aquellos con nuestros padres. Comprender es aquello que nos permitirá, luego, evaluar qué podemos hacer nosotros al respecto, tomando un papel responsable, comprometido y activo. Hay pacientes que desde allí perdonarán, reconstruirán lazos, los modificarán, plantearán, hablarán, discutirán, analizarán, re-descubrirán a sus padres, verán nuevas perspectivas, etcétera. Y hay quienes, también, se quedarán estancados en el enojo. La toma de responsabilidad de lo que nos pasa es, y creo que debe ser, un componente central en el proceso psicoterapéutico". Para mí, esta parte de su carta es muy importante, determinante. Y quiero hablar sobre una cuestión que el menciona: el perdón.
-Adelante, pero recordemos antes que esto es en el marco de las relaciones entre padres e hijos.
-En primer lugar, diré que una persona que no ha aprendido a perdonar no ha aprendido a vivir. Aquel que no encuentra la forma para disculpar el daño causado por su prójimo, carga con un peso que le imposibilitará desplegar todas sus fuerzas, utilizar toda su energía. Esta falta de perdón entraña resentimiento cuanto menos y se sabe que cualquier nivel de resentimiento genera no pocos problemas en todos los planos: mentales, espirituales y orgánicos. Todo ello se incrementa, se potencia, cuando el resentimiento pasa a ser manifiesta hostilidad u odio seguido de deseo de venganza.
-Ya hemos considerado este tema aquí varias veces.
-Sí, resumiré diciendo que quien no perdona no sólo priva al semejante de su redención, sino que no se redime a sí mismo. Entorpece, obstruye la posibilidad de una vida adecuada. Y una vez más voy a reivindicar a la religión y a mostrar sus bondades: cuando la ley mosaica aconseja perdonar hasta siete veces al prójimo, o cuando Jesús amplía hasta el infinito el perdón (setenta veces siete), no se está diciendo otra cosa que con el perdón no sólo se gana el cielo, sino que se obtiene la tierra. ¿Se comprende? Ahora, y para ir terminando, el perdón tiene que ser genuino, cierto, verdadero. No puede agotarse en la faz consciente de la mente; tiene que generarse en la copa mental pero llegar a la raíz, es decir al subconsciente. De otro modo no hay perdón, porque si bien se omitirá al perdonado enrostrarle el acto que generó la disculpa, con seguridad se le agredirá, de otras formas y por diversos actos menores e involuntarios. Voy a terminar mi charla de hoy diciendo, puesto que hablamos de padres y de hijos, que un hijo que no perdona a su padre, aun cuando este no reclame la disculpa, es un ser que no se reconcilia con el mundo y puede que sea un padre cuyo legado no contribuya a la paz de su descendencia.
Candi II
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"Vamos a tener muy en cuenta a quienes, al norte o al sur de nuestra frontera, quieran poner palos en la rueda a la construcción del Gasoducto del Noreste con Bolivia"
Julio de Vido
Ministro de Planificación Federal
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