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domingo,
04 de
marzo de
2007 |
Yo creo: "El día que Borat fracasó en Argentina"
José L. Cavazza / Escenario
Se llama Borat y es natural de Kazajistán. Su gobierno lo envía a la Argentina para conocer nuestras costumbres y, de animarse, exportarlas a su país. Su misión: realizar una serie de reportajes y entrevistas para saber las razones de nuestro éxito. Claro que Borat no es un reportero nada serio; es antisemita, bruto y racista. Pero también hay que decir que no le fue nada bien en Argentina. Se sabe, luego voló a Estados Unidos, hizo una película y hasta fue nominado a un Oscar aunque, obviamente, no lo ganó. Las razones de su fracaso argentino tuvo varios motivos y consecuencias. Por ejemplo, quiso reírse del Zorzal criollo, imitar su aflautada voz, pero una banda paratanguera, facón en manos, no le dejó siquiera un mísero pelo de su lanoso cuerpo. Después, en un canal de TV, donde su misión era demostrar que las mujeres son seres inferiores, se volvió loco al conocer a Florencia de la V, con quien quedó a solas en un camarín aunque nadie le contó la verdadera historia de la falsa diva. También, intentó reflejar el patriotismo desmesurado, el fanatismo religioso y la hipocresía social pero en San Telmo le robaron la cámara digital en medio del intento. Después le robaron un plato de achuras cuando frente a la cámara recién comprada intentaba mostrar a su lejano país las asquerosidades que comen los argentinos. Harto de Buenos Aires viajó a Rosario para conocer el lugar donde nació el Che, pero nunca encontró el portero eléctrico. Y en la esquina de San Lorenzo y Entre Ríos se preguntó por qué los automovilistas ignoraban las rayas blancas pintadas en el pavimento y los peatones tenían que hacer verdaderas peripecias para cruzar la calle. "Esta es la mía, ahora van a aprender", se dijo Borat, hizo encender la video cámara y se sentó en el suelo, justo encima de las rayas blancas. Un 126 negro lo pasó por encima. Y a su ayudante, le robaron la cámara y la billetera.
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