|
sábado,
17 de
febrero de
2007 |
Las universidades, su prestigio y la responsabilidad social
“La UBA es un caos”. La frase resonó esta semana en boca no de un crítico militante de la actual gestión de la universidad más grande del país. Fue el propio rector de la universidad porteña, Rubén Hallú, electo recientemente, quien se refirió de esta manera a la problemática situación administrativa y financiera que atraviesa esta casa de estudios.
Problemas que, según Hallú, impiden discutir un “proyecto serio” acerca del destino y los desafíos estratégicos que le deparan a la UBA. Una cuestión que, con distintas características y nivel de gravedad, atañen a la gran mayoría de las instituciones de educación superior nacionales.
En septiembre pasado la Sindicatura General de la Nación emitió un duro documento acerca de los principales problemas de gestión del sistema universitario argentino, un mapa que pone en evidencia la complejidad de instituciones jaqueadas por diferentes frentes de tormenta.
En algunos casos, las restricciones presupuestarias son tal vez uno de los mayores elementos que erosionan el camino de las universidades de llegar a fin de año con cierta normalidad institucional.
Pero en muchos otros son las propias universidades quienes, merced al desmanejo de fondos, pujas internas e intereses corporativos mediante, se clavan su propio puñal.
La universidad no es una isla distante de la sociedad, y mucho menos en este campo. Y el reclamo de mayor transparencia, que salpica las paredes del resto de las instituciones, también golpea sus puertas.
Cobra fuerza el pedido que hiciera a fines del año pasado el subsecretario de políticas universitarias, Horacio Fazio, quien en diálogo con La Capital, reclamó a las universidades mayor compromiso social. “Muchas veces esto se diluye por internas políticas, o de posicionamiento ideológico, que insumen mucha energía que se la estamos quitando a la docencia, la investigación y a la elaboración de planes que solucionen las necesidades que la sociedad nos demanda”, dijo Fazio.
Pero en la gestión responsable también está en juego la respuesta social. Los informes que circulan por estos días, y que incluyen a la totalidad de las universidades, marcan sólo deficiencias. Pero sirven como un llamado de alerta para comenzar, o continuar, en la búsqueda de un mejor gobierno académico.
Tiempo atrás, un estudio realizado por el consultor Enrique Zuleta Puceiro indicaba que, pese a la crisis institucional que vivió el país en los últimos años, las universidades continúan liderando la lista de instituciones de mayor prestigio en el país.
Un capital simbólico que también pueden perder en sus propias manos. La escena política, con sus internas partidarias mediante, suele en ocasiones también alimentar este peligro cuando torna a la universidad un botín más a conquistar.
M.L.
enviar nota por e-mail
|
|
|